Uno de los problemas más graves de la humanidad, es la falsa lealtad. La verdadera lealtad es la interna, la lealtad con los principios morales, con la honestidad, con los valores, con la verdad, es decir, la lealtad verdadera, la lealtad con lo que soy.
La gente falsamente piensa que lealtad es el respaldo que hago a alguien, o a una tesis, aunque esta persona delinca, robe estafe o asesine o esta tesis vaya en contra de mis principios o contra el orden establecido. Todo tiene justificativo por defender al amigo o a la tesis, si eres un amigo leal, o un miembro leal. Esta falsa lealtad tiene otro nombre, se llama complicidad, y el que cree que está siendo un amigo leal, es en realidad un cómplice de lo que realiza su amigo, es decir, es igualmente ladrón, asesino o lo que sea que haya realizado la persona a la que llama amigo.
No existe lealtad para delinquir, la lealtad es exclusivamente para lo correcto. La lealtad es para los principios, para lo que es bueno, no para robar o cualquier acto delictivo. Yo no puedo delinquir porque va contra mis principios morales. La conveniencia no es un móvil para la lealtad. La primera lealtad es conmigo mismo. Te puedo ser leal si tenemos los mismos principios morales o al menos, si respetas mis principios morales. ¡Cualquier otro tipo de lealtad, es complicidad! No me pidas que delinca contigo. ¡Eso es complicidad, no lealtad! Si yo me hago de la vista gorda y te permito delinquir, estoy siendo tu cómplice y creo que es más asqueroso ser cómplice que ladrón, porque al menos el ladrón tiene un motivo para serlo (robar, delinquir). El cómplice, aparte de ladrón es idiota, porque permite el robo, lo encubre y encima carga con la culpa, así no sea descubierto el ilícito, porque yo no debo obrar bien para que no me descubran, yo debo obrar bien porque no soy deshonesto.
El móvil de la deshonestidad puede ser múltiple. Puede ir desde favorecer un nombramiento inconveniente, hasta recibir coimas o pagos por favorecer algo. Toda la gama de acciones de este tipo son detestables y mal hace cualquier persona al defender este tipo de actuaciones, justificándolas con cualquier excusa. Vale la pena recordar las palabras del Padre de nuestra Patria, José J. de Olmedo, al describir la función pública: “El poder público no es una propiedad que se adquiere, no es un fuero, no es un premio que la nación concede; es una carga honrosa y grave, es una confianza grande y terrible, que lleva y consigue grandes y terribles obligaciones. El ciudadano investido del poder no tiene más derecho que el de tener mayores facultades para el bien, y la de ser el primero en marchar por la estrecha senda de las leyes; ni debe proponerse otra recompensa que la esperanza de merecer un día, por su moderación, por su constancia, por su cordial sumisión a las leyes, el amor de sus conciudadanos y la gratitud de la Patria.” La persona que busque un beneficio económico, para él mismo, para un amigo o familiar, por favor, dedíquese a otra cosa. El hecho que la coima sea ahora común, no implica que ella haya dejado de ser un acto deshonesto y repudiable. Los resultados están a la vista: No es sólo el sobreprecio, es la falta de fiscalización, las emergencias para justificar ejecuciones a dedo, las obras mal hechas, etc., etc., etc
Oí decir al Ministro de Educación, que lo único que le piden al Presidente Moreno es que sea leal al partido y a los principios. Si los principios de la revolución ciudadana ha sido delinquir, como le pueden pedir al Presidente que sea leal a los delincuentes. Ya basta de cinismo señores de verde, dejen al Presidente fuera de sus argollas y muerasen ustedes juntos. Presidente estamos con Usted, queremos la consulta y queremos los bienes y el dinero mal habido de estos delincuentes.