El presidente Lenin Moreno cumple los primeros cien días en el poder. Ya ha comprobado la dificultad de gobernar. Lo dijo: “no he tenido la mersa servida” y en efecto las cuentas no están claras ni la situación es prospera y dinámica. Hay dificultades económicas y las cosas no lucen promisorias. El país está en aprietos y necesidades. Pero eso no ha significado que Moreno vaya a tirar la toalla o esté a punto de tirarla. No hay nada más alejado de la verdad que verlo a Moreno flaquear o detenerse ante el reto de gobernar. Sabe que detrás de las dificultades esta la esperanza, la fe de recuperase y sobre está la fuerza del corazón para cumplir con esta patria nuestra que reclama por mejores oportunidades.
Lenin Moreno es nuestra fe de justicia independiente, nuestra esperanza de vivir mejor, nuestra tranquilidad de tener un presidente de corazón bueno que nos enseña a ser optimista y a levantarnos ante el tiempo perdido de confrontaciones y peleas interminables. Moreno es la paz. Moreno es la unidad. En tan corto tiempo lo hemos visto preocupado hasta el cansancio por el Ecuador. Inderrotable, infatigable, líder todo el tiempo; organizador, sin descanso en hacer propuestas, no teme en enfrentar el pasado y liderar el cambio en paz, en dialogo, en entendimiento que el país necesita.
En estos primeros días de gobierno ha demostrado ser el presidente de la paz. Ha inaugurado un estilo de paz que ya habíamos olvidado. Moreno nos propone la paz, el dialogo, la conciliación, el entendimiento, la comprensión que el país necesita de un ambiente de paz para levantar sus grandes objetivos nacionales y ponernos a trabajar para hacer realidad los más caros anhelos del pueblo. El corazón de Moreno está de lleno en el camino de la paz. Sabe bien que la paz es ahora, es aquí, está presente, que ya no hay como postergarla ni atrasarla. Comprende bien que el Ecuador de pie quiere paz para trabajar, producir, paz para crecer, paz para fomentar empleo, paz para ser felices, paz para brillar como sociedad y comunidad. La inspiración de Moreno es la paz, paz para el Ecuador y paz también para los odiadores.
Es un verdadero acontecimiento celebrar los cien días del presidente Moreno. En este tiempo su experiencia ha sido: escuchar, dialogar, tranquilizar al país, denunciar la corrupción, enfrentar a los corruptos, hablarnos con la verdad y ante la verdad que él representa. Moreno es un presidente tribuno. Va a la refinería y denuncia cómo se han feriado los recursos nacionales. Invitar a dialogar a sus contarios y los atiende como todo un estadista y hombre de honor. Moreno es grande, está para grandes cosas, no es manipulable ni odia, al contrario, le gusta trabajar, crear, organizar para ser más, su preocupación es ser todo el tiempo transparente, sincero y leal al país y lo es, lo ha comprobado, lo está demostrado.
El presidente Moreno tiene un don: el país no va a permitir conspiraciones contra él. Posee el don de unir a todo el Ecuador, no es un hombre de guerra, es un militante de la paz, es un ser pacifico, un presidente pacificador que nos demuestra lo que ha aprendido de sus dificultades de vida: que hay una arma eficaz para gobernar: ser sí mismo, hablar sin máscaras, amar de verdad a su gente, sabe tender la mano e invitarnos a todos a construir de verdad la esperanza y la alegría de vivir.