23 noviembre, 2024

¿Injusticia y renuncia-en-combo?

Nadie se atrevía a comentar la “injusticia” que se cometía a la “Dama-Ciega” (debería tener los ojos bien abiertos y los oídos sellados). Un susurro para que no llegue a oídos del rey a través de sus fisgones ante cualquier comentario contra su majestad y el imperio. Lo increíble es que, “ocurría en pleno Siglo XXI y no en el oscuro medioevo”.

El Vice: “No hay una sola prueba, nadie me ha podido comprobar nada… ¿Ni nadie podrá hacerlo”?  “La justicia sirve a los cortesanos y no a la plebe”. ¿El rey sigue mandando desde el ático? Panorama tétrico con los emails a Gustavo Jalkh y espaldarazo del presidente Moreno. León Roldós: ¿Parecidos a “Mama Lucha”? (El Universo). Exposiciones del Dr. Manuel Posso. Luis Pasara: “Se montó un sistema para someter a los jueces” y Dr. Carlos Mosquera: “País sin jueces” (El Comercio).

Entre otros. Tratar de influir en la justicia ha sido común en los políticos de la región; sin embargo, Brasil y Perú tienen una justicia independiente con la praxis de un Estado de derecho. En la picota Lula, Temer, Fujimori (que se creyó reyezuelo), Toledo, Humala y su esposa. El Vice exhorta una “renuncia-en-combo”. ¿Muerte cruzada aliancista? Ojalá sirviera el ejemplo del Vice uruguayo que “renunció por 4.500 USD”. ¿Nos creen tan ingenuos o tan tontos?

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“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el quinientos diez y en el dos mil también…”, inicia el tango Cabalache de Enrique Santos Discépolo. ¡Cuánta verdad hay en estas palabras! El mundo, desde que es mundo, está lleno de maldad, intriga, envidia, soberbia, prepotencia, deseos insanos, etc., y el hombre, el gran dominador del mundo, que fue creado para someter a la tierra, para dominarla, piensa sólo en su egoísmo, en acaparar bienes para sí, como si este mundo fuese el destino final de su vida, y todo lo que logre reunir, lo fuese a conservar en el más allá.

En el dos mil cien y en el tres mil será igual que ahora, si es que Dios tiene la misericordia de dejar que el hombre siga destruyendo su propia raza y el legado que Él le dio, si no lo destruye antes. Esta humanidad irreflexiva, inconsciente y prepotente que deifica al yo interior, que es complaciente con sí mismo, y que mira al prójimo no como a un extraño, sino como a un enemigo. Es curioso, pero al hombre común, le es más fácil darle una moneda a un pordiosero que está en la esquina, que mirar con misericordia o darle la mano a un vecino pobre de su barrio o de su casa. Y mientras más alto es el nivel social en que se encuentra, más difícil es que pueda hacerlo. Da gusto ver en la maternidad, a las madres que recién han dado a luz, como la de más experiencia ayuda a la otra que está angustiada porque su bebé llora, siente que aún no tiene leche y tiene miedo de que su hijo se pueda morir.

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