El comunismo ha sufrido una colosal metamorfosis desde su lucha armada a comienzos del siglo XX hasta la victoria en las urnas cien años después. Lenín Moreno perteneció al Movimiento de Izquierda Revolucionaria, el brazo armado de los comunistas y propulsor de la toma violenta del poder. Sin embargo, ya dentro de él, sería poco probable que su visión política se mantuviese incólume a pesar de su extremismo ideológico. Si Moreno pensara como en sus años subversivos, la lógica presagiaría una catástrofe aún mayor. Partiendo de la premisa del hombre transformado por el poder, al que no quiso acceder, pero al que finalmente llegó, ¿qué se debería esperar de él?
La opinión pública reclama cambios estructurales a la Constitución. Opciones políticas existen, pero exigen niveles de intelectualidad y liderazgo superiores a los demostrados por el mandatario. Moreno se desploma sin atenuantes junto a funcionarios, asesores y asambleístas, todos de pacotilla, aparentemente fieles al uno y al otro, y coyunturalmente movilizables; una monumental deuda sin visos de reestructuración; una corrupción sin precedentes y con arrastrante impunidad; y, una implosión político partidista que hunde consigo a toda una nación. Ciento trece días transcurrieron hasta su encuentro con la cámara oculta de Correa en su propio despacho y un real incompetente Servicio de Protección Presidencial. La incertidumbre en torno a la presunta conversión de un exrevolucionario no es casualidad al dirigir un país sin rumbo y en camino a la anarquía.
Que verdad más cruda, o sea que a base de cuento y engaño ocultando existencia partidista de un socialismo-comunismo recalcitrante, al ser miembro o haber sido miembro activo de esa ideología en decadencia, que más podemos esperar. Me abrigaba la esperanza de tener un hombre de línea dura, que en verdad no se prestaba para este cuento del gallo pelón, o sea que, lo de la cámara oculta, también es un cuento. Con razón es Presidente, pero el mando lo tiene su antecesor y su equipo de Alianza País, como ejemplo ahí tienen a los funcionarios del públicos de antes, todavía en sus puestos, así como en el Consejo de la Judicatura, y todas las instituciones de control. Pobre mi país, adonde iremos a parar, a lo mejor seguimos el camino de Corea del Norte, La DESTRUCCION, si es que no nos acaba algún terremoto. Que Dios nos cuide. Que esto no lo repitan los ateos.