Han pasado más de cinco siglos desde que Cristóbal Colón se tropezara con el continente americano, en su camino hacia las Indias. En su confusión inicial, llegó incluso a creer que había llegado a ellas. Después de todo ese tiempo, no es el único confundido.
Pero ¿qué recordamos o conmemoramos cada 12 de Octubre? La pregunta tiene hoy en día respuestas diferentes. Aquella posición universal y pacífica que identificaba dicha fecha con el Día de la Raza, llegó a su fin a raíz de las críticas, de finales del siglo pasado y, sobretodo, de comienzos del actual, efectuadas por sectores, básicamente de izquierda, a la violencia empleada en la conquista y colonización de América, por parte de los imperios europeos, de la cual fue Colón su iniciador indiscutible. Llegando, algunos líderes políticos latinoamericanos, como Hugo Chávez, a catalogar la matanza de aborígenes americanos de genocidio.
Día del Encuentro de dos Mundos o Culturas, o de la Resistencia Indígena, este último acogido por Hugo Chávez y otros gobiernos ideológicamente afines, son algunos de los nombres que ahora sustituyen al anterior onomástico, aunque con un significado muy diferente, pero también muy hipócrita.
Como consecuencia de ello, las estatuas de Colón han sido retiradas en muchos lugares del planeta; las últimas en territorio norteamericano, donde no parecía que el “síndrome Colón”, que está alcanzando igualmente a las estatuas del general Lee en los Estados Unidos, tuviese el mismo efecto radical que en los países latinoamericanos. Allí, las representaciones en piedra o bronce del descubridor del nuevo mundo, fueron derribadas en la Venezuela de Chávez, así como en la Argentina de Cristina Fernández de Kirchner, en el caso de esta última con gran polémica, como se recordará, después de conocerse la intención del poder central de sustituir una imagen del navegante genovés, situada en Buenos Aires, por otra de la guerrillera boliviana Juana Azurduy de Padilla, donada por el gobierno de Evo Morales.
Poniendo a un lado la manipulación del mero hecho histórico del descubrimiento, por determinados gobiernos populistas y nacionalistas hispanoamericanos, con fines políticos, y aun aceptando toda la parte de verdad que pueda haber en la denominada Leyenda Negra con respecto a la conquista española, la hipocresía y la desidia relucen, formando parte de la vergüenza nacional de muchos de esos países, en su historia más reciente. Con relación a la colonización inglesa en la América del Norte, los hechos y consecuencias son aún peores y están más que a la vista, quedando hoy como residuo de aquel trasplante cultural, las reservaciones indígenas, reductos apartados, triste muestra de un pasado mejor.
Que fueron muchos los indígenas muertos y asesinados, tanto por las enfermedades traídas por el hombre blanco, convertidos en epidemias en suelo americano, así como por la acción de la violencia empleada en la conquista y colonización, es una verdad incuestionable. Pero cualquier cifra que supongamos, queda igualada e incluso superada, por los efectos nefastos de las políticas erradas y, en general, por la inacción y falta de interés de los gobiernos que siguieron a la independencia de la corona española, alcanzada, en la mayoría de las naciones latinoamericanas, durante el primer cuarto del siglo diecinueve. De allá para acá, han transcurrido dos siglos sin que se le haya dado la atención y solución requerida, a los problemas de las poblaciones indígenas que aún quedan.
Después de la integración racial y cultural, resultante del mestizaje durante el periodo de conquista y colonización, la integración social, económica y política de la población aborigen, aun viviendo en regiones alejadas de la nueva civilización, no solo no se ha logrado, sino que las acciones tomadas por la mayoría de los nuevos gobiernos nacionales, han terminado siendo más discriminatorias que otra cosa, como ocurre, por ejemplo, con la inclusión con nombre y apellido de las etnias indígenas en la constitución venezolana de 1999, dándoseles derechos políticos específicos, que fueron vulnerados en el 2016, con motivo de la elección de los diputados de la Asamblea Nacional en el Estado Amazonas.
Todo ello para no hacer referencia a las matanzas de indígenas, llevadas a cabo por algunas autoridades de países centro y suramericanos, en el siglo antepasado.
Cada quien puede, al final del día, recordar el 12 de Octubre como quiera, pero muchos seguramente lo seguiremos haciendo, pensando en el descubrimiento que, en toda su extensión, significo aquel nuevo mundo para el resto. Pero en lo tocante a poner y quitar estatuas, creemos que hace falta un mejor criterio que el de los vigilantes de la memoria histórica, que el de los socialistas defensores de la humanidad o que el de los sensibles representantes de la izquierda de avanzada, revolucionaria, garante de todas las libertades. Se trata de esos mismos o parecidos, que acaban de levantar en el centro de Moscú, la capital de la Rusia imperial de Putin, una gran estatua en honor del señor Mijail Kaláshnikov, inventor del fusil de guerra que lleva su nombre, el más versátil, el más usado en el mundo entero y también el que más vidas ha segado. Total, qué más da.