La comunicación revolucionaria tuvo su década de oro cuando el líder expresaba expectativas aparentemente racionales en su afán por aglutinar un séquito de súbditos que le rindiera beneficios electorales. La plana mayor de Alianza PAIS, en nombre de la revolución y con el respaldo del líder, atropelló repetitivamente no solamente la verdad, sino también el bien común. ¡Cuánto ha cambiado desde que quedaron en la orfandad! Han dejado de dar la cara, pero no por vergüenza, sino más bien porque el cinismo de su actuación ya no alcanza para ocultar su contubernio con la propia corrupción gubernamental.
Los antiguos borregos han perdido fuste mientras el nuevo comunicador intenta constituir un nuevo rebaño. Se ha terminado el momento de la Revolución Ciudadana para dar paso a la hora de Lenín. El problema está en que el actual gobernante no puede ser líder de borregos de otro pastor y la comunicación no puede tampoco indefinidamente mitigar el implacable peso de la verdad. Lenín ha rendido a medias las cuentas de su predecesor, pero su intento por patear la pelota de la economía hacia adelante y esquivar el recibimiento de la factura correspondiente será infructuoso.
El descalabro del país se mantiene irreversiblemente predecible, encubiertamente atenuado por la vorágine comunicacional de una eventual victoria del sistema, que obviamente carece de fundamentos, pero continúa alentando a las huestes a comer un cuento redactado en portugués, hablado en chino y para el cual aún no existe traductores.
Mientras Lenín no cambie su estilo de abordar los temas importantes que le toca tratar, manejar y resolver, las cosas no cambiarán; seguirán iguales y hasta podrán empeorar.
Como lo veo: Otro mono en la misma rama queriéndose comer las frutas que se acabaron ya hace mucho rato.
El discurso de la izquierda cayó por su propio peso…las manos llenas, los corazones sucios y las mentes torcidas.
Buen artículo. De acuerdo contigo Armando B.C.. Saludos.