La obra de mayor repulsión de la llamada revolución ciudadana e impulsada por el correismos y desarrollada en una década, es la DIVISION entre ecuatorianos y cuyos frutos se están cosechados en la actualidad.
La campaña planificada a través de los medios incautados, reforzada con las sabatinas y su hemorragia de insultos y ofensas que salían del dictocrata, unido al mote de pelucón como símbolo de capacidad económica o status, calo en forma tal, que nació un sentimiento de odio de clases que hoy vemos florecer en calles y plazas del país.
La década perdida fue prolija en perjuicios. No es fácil enumerarlos, pero los de mayor trascendencia son sin lugar a dudas la proliferación de la corrupción, drogadicción, abusos sexuales a menores, incremento de la violencia intrafamiliar, femicidio, sicariato, delincuencia, etc.
No hay mal que dure una década sin que un pueblo se dé cuenta. Los que gobernaron pensaron que lo podían durar por 300 años. Se equivocaron, pero quebraron al país.
Hoy el fruto de sus engaños y raterías les está pasando la cuenta. Se tratan de cubrir entre sí y con el retintín de que están unidos en un solo bloque, la división es cada día más notoria.
La división la encontramos entre los que están en la argolla desde el inicio de la década robada y los que recién entran y no logran melar porque se acabó la opulencia y latrocinio.
Con la división de los verdes entre los fanáticos-ardientes y los más ponderados, se da una suerte de paralización en lo político, cuya consecuencia económica las veremos en la aprobación del Presupuesto del 2018 y en el proyecto de Reactivación Económica enviado con calidad de Urgente. A lo mejor se ponen algunos morados de las iras.
Las medidas que el gobierno dice son para impulsar la reactivación económica y cuyos mentalizadores son el equipo de Correa, el Comité Empresarial Ecuatoriano ya hizo conocer la profunda preocupación por las supuestas reformas; preocupación que más rápido que tarde de no darse medidas que propicien la confianza, terminaran en una división cuyas consecuencias son predecibles. Lo mismo de lo mismo.
La década perdida que fomento la división, debe ser reemplazada por la unión de todos para sacar al país de la postración. Pero esa unión debe estar promovida con leyes y resoluciones que incentiven el trabajo y la producción.
Mientras se siga cargando al pueblo de impuestos e imposiciones que fomentan el despilfarro de un Estado obeso en manos de gente poco o nada honesta, no existirá confianza, peor optimismo posible.
Se agota e tiempo, no caben más equivocaciones, peores engaños.
Buen artículo Capucho. Los de A.P., están probando de su propia medicina. Un abrazo a la distancia. Saludos.
Cuando se asalta un banco, lo lógico es que los que lo hacen traten de escapar lo más rápido posible. Sin embargo, cuando en en estado, los mismos asaltantes,no solo no escapan, sino que actúan como si las arcas del estado fuesen barriles sin fondo ,que se pueden saquear y sin consecuencias para ellos. No solo que no se sienten compelidos al escape, sino con pleno derecho al saqueo.