Hackearon a Zuckerberg. Filtraron 32 millones de contraseñas de Twitter. Un consejo antes de que te pase a ti:
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Esa es una verdad a medias. Está bien si se refiere a los pollos de antes, por lo menos 30 años atrás, alimentados a maíz y rebacillo, y cualquier bichito o lombriz que cayera por ahí. Tomemos como ejemplo una fría noche quiteña, donde los transhumantes de la madrugada necesitaban reponer fuerzas…¡ entonces que bien caía un seco de pollo o un aguado de gallina donde «la mama miche», ahicito nomás, pegado a la Marin, lugar que se ganó un lugar en la historia de Quito. Entonces los clientes revivían, y seguían la juerga hasta que salía el sol.
Pero hoy en día los pollos son criados de otra manera. En cuatro semanas y media máximo deben estar listos para el consumo, si no el negocio dá pérdida. Entonces se les pone en su balanceado hormonas femeninas, que los engordan rápido. Hasta ahí está todo bien. Pero resulta que dichas hormonas no se destruyen en la cocción, y pasan al ser humano cuando comen pollo de criadero, y siguen haciendo en las personas el mismo afecto que en los pollos: engordar. Pero hay algo más: en el hacinamiento de los criaderos, si no se vacunan y se le dan antibióticos a los animales, habría mucha mortandad de animalitos. La cuestión está que dichos medicamentos no siempre se destruyen en la cocción, y también pasan al ser humano, haciéndo resistentes a las bacterias y microbios que de alguna manera puedan estar instalados en el organismo.
Como el planeta alberga actualmente unos 8 mil millones de habitantes, y la población mundial se duplica más o menos cada 50 años, sería imposible eliminar la crianza a granel de los animales, prescindindiendo de la cría artificial. Ojalá que los científicos solucionen pronto todos esos problemas para poder seguir disfrutando de los pollos de antes
Esa es una verdad a medias. Está bien si se refiere a los pollos de antes, por lo menos 30 años atrás, alimentados a maíz y rebacillo, y cualquier bichito o lombriz que cayera por ahí. Tomemos como ejemplo una fría noche quiteña, donde los transhumantes de la madrugada necesitaban reponer fuerzas…¡ entonces que bien caía un seco de pollo o un aguado de gallina donde «la mama miche», ahicito nomás, pegado a la Marin, lugar que se ganó un lugar en la historia de Quito. Entonces los clientes revivían, y seguían la juerga hasta que salía el sol.
Pero hoy en día los pollos son criados de otra manera. En cuatro semanas y media máximo deben estar listos para el consumo, si no el negocio dá pérdida. Entonces se les pone en su balanceado hormonas femeninas, que los engordan rápido. Hasta ahí está todo bien. Pero resulta que dichas hormonas no se destruyen en la cocción, y pasan al ser humano cuando comen pollo de criadero, y siguen haciendo en las personas el mismo afecto que en los pollos: engordar. Pero hay algo más: en el hacinamiento de los criaderos, si no se vacunan y se le dan antibióticos a los animales, habría mucha mortandad de animalitos. La cuestión está que dichos medicamentos no siempre se destruyen en la cocción, y también pasan al ser humano, haciéndo resistentes a las bacterias y microbios que de alguna manera puedan estar instalados en el organismo.
Como el planeta alberga actualmente unos 8 mil millones de habitantes, y la población mundial se duplica más o menos cada 50 años, sería imposible eliminar la crianza a granel de los animales, prescindindiendo de la cría artificial. Ojalá que los científicos solucionen pronto todos esos problemas para poder seguir disfrutando de los pollos de antes