21 noviembre, 2024

La unión familiar

¿Es un mito?

No, no lo es, es una búsqueda permanente entre LOS MIEMBROS DE UNA MISMA FAMILIA. Este tema me fue solicitado y lo acojo con gusto.

Es válido hablar de la unidad familiar, en tiempos de Navidad. “Tiempo de paz y de perdón”. Pero no es fácil lograrlo. Los hilos de la unidad familiar son muy delgados y muy frecuentemente se rompen.

Las causas son innumerables. Trataré de mencionar algunas de ellas.

Las que se dan con más frecuencia van: desde los alejamientos, con un simple cambio domiciliario , a otra ciudad o a otro país. Si bien es cierto que estos no causan rupturas familiares, en ocasiones tales distanciamientos son tan prolongados, que hasta nos olvidamos de sus rostros, y si migraron a temprana edad, y allá se educaron, trabajaron, se casaron, su descendencia no es totalmente desconocida.

De ellos, solo queda el recuerdo de esos días. Hoy por hoy, las redes sociales se encargan de transmitir alguna novedad sobre ellos, casi sin mayor trascendencia familiar.

Otra causa muy común, son los resentimientos, estos marcan distancia y los factores son múltiples, desde los más insignificantes, hasta los causados por circunstancias mayores. Por ejemplo, los negocios en familia, determinadas casamientos no deseados por el núcleo familiar más estrecho; Los divorcios, dependiendo de las causas que llevaron a tan penoso acontecimiento. (Aquí juegan un gran papel, los que justifican tales circunstancias y los que no lo justifican), que producen sin lugar a dudas y con razón, distanciamientos muy severos.

En tratándose de la “gran familia”, el tiempo se encarga de disminuir esas tensiones y divisiones, que se olvidan poco a poco; las muertes, los accidentes, los fracasos económicos, los éxitos empresariales bien llevados, aletargan las razones del pasado, pero en ocasiones los reavivan. Siempre habrán los envidiosos y sobre todo, los errores humanos -leves o graves- son causas de resentimientos y distanciamientos.

Los hay, quienes esperan y esperan por años, el menor motivo para resentirse y manifestarse “con frontalidad”, y demostrar aquello que estaba dormido, en espera de ese momento, para que ese rayo de luz de amor, se convierta en chispa y ésta en cortocircuito, que la mayor parte de las veces lo logra.

Los resentimientos entre hermanos, entre cónyuges, entre padres/madres e hijos/hijas, primas/primos, etc. son los más más dañinos y en ocasiones duraderos e inconvenientes.

¿Qué hacer ante determinadas situaciones reales, que se dan en todas las familias desde los tiempos bíblicos?.

Yo diría primero, hacer un examen de conciencia, analizar el hecho y sacrificar en ocasiones, el yo, e incluso la causa que me dio la razón para mi resentimiento.

En segundo lugar, el perdón. Si, perdonar al/la culpable, o al/la causante del resentimiento, y dar muestras de estar dispuesto a lograr la reconciliación.

Eliminar el rencor, que es en última instancia el factor que traba tu decisión, que en muchas ocasiones es lo íntimamente, querido, -la reconciliación- por ti, o por el/la causante, en espera de quien da el primer paso.

No esperes, dálo tú primero, envía los mensajes adecuados y a las personas adecuadas.

Recuerda, no es un tema para el público, ni para ventilarlo entre amigos. Es un tema muy, pero muy personal.

Tira la primera piedra, ten fé en los resultados positivos que podrán fin a tus problemas, que eso si, es un problema de muchos, sobre todo, pensando en el círculo familiar.

No te alejes, acércate y actua con normalidad y con prudencia y por supuesto, con amor.

En el núcleo familiar más íntimo, se puede disimular el hecho, pero, estará siempre presente, sobre todo en determinadas fechas, muy familiares y muy llenas de emotividad, de amor, de paz y de alegría.

Hazme caso, animate -amigo lector, amigo, o familiar-, no te atormentes, ni te inhibas.

Simplemente ponle punto final al asunto.

Dios reconocerá tu nobleza y buen corazón.

La búsqueda de la unión familiar es una labor de todos y en ocasiones una obligación. Todos tenemos que poner nuestro granito de arena. Si actuamos así, salvaremos y perpetuaremos lo mas bello que ha creado la humanidad: La Familia.

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Satisfacer las necesidades

Si entiendes felicidad por satisfacer necesidades, no has entendido mucho de lo que forja el carácter, lo que hace de ti un joven, hombre o mujer, verdaderamente hombre o mujer: Ser persona. Sin embargo, si descuidas tus necesidades verdaderas no encontrarás satisfacción, bienestar ni realización. Estas no se reducen a meros cumplimientos de metas y objetivos, pero si no los consigues puedes andar a la deriva, sin horizonte, sin proyectos sin tensiones. Lo que hace de muchos jóvenes, marionetas del consumo, de la moda o de la manipulación ideológica, por no saber lo que quieren, por no distinguir lo que necesitan.

Es claro, que el cumplimiento de metas, como la satisfacción de necesidades, están relacionadas con la felicidad, son componentes fundamentales de la motivación, mueven a la acción, dan dirección e imprimen energía a nuestra conducta, conforman nuestro modo de vivir el mundo. Nuestro problema estará en saber alcanzar el bienestar si logramos satisfacer nuestras necesidades. O vivir insatisfechos si no logramos alcanzarlos. Bienestar o malestar dependerá de las necesidades alcanzadas o no. Urge tener claridad del tipo de necesidad que debemos alcanzar para tener claridad de las verdaderas metas y objetivos que nos realizan como personas.

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