21 noviembre, 2024

¡A la reja!

Tengamos claro lo que acaba de suceder el día miércoles de la semana pasada: el vicepresidente sin funciones recibió una sentencia de primera instancia, lo que significa que aún no se han agotado otras instancias legales para lograr firmeza en la sentencia. Independientemente de esto, era la Asamblea la que debía sentenciarlo políticamente con la destitución del cargo, sin esperar a que la justicia le dé haciendo su trabajo.

Una persona con sentencia de responsabilidad sobre un caso penal, manchado por uno de los más infames y cuantiosos casos de corrupción en la historia del Ecuador, no puede ser la segunda autoridad de nuestro país. ¡Es una vergüenza! El mundo entero debe estar asombrado de ver cómo en Ecuador ocurren estas cosas, y luego nos quejamos de por qué nos miran con escepticismo y desconfianza.

Insisto, no debemos darnos por bien servidos con esta sentencia, aún faltan casos por investigar y juzgar sobre delitos con mayor pena que la que se ha dictado. También falta incluir al resto de individuos que participaron en todo este entramado de corrupción, que bajo la sombra y patente de corso del seudoemperador, hacían y deshacían con los fondos públicos.

Recordemos que esta olla de grillos no la destapan las autoridades del Ecuador, sino las autoridades independientes en Brasil, que llevaron a la cárcel a las cabezas de la empresa Odebrecht. No nos engañemos, ellos deben ser la principal fuente de información, para que con detalle nos digan cómo y quiénes actuaban en la cadena de corrupción.

No pierdan tiempo con investigar lo investigado, ya solo queda determinar con claridad hasta dónde llegó la gangrena, para extirparla sin dilación y con firmeza. No es persecución política, como la califica el trasnochado del ático. Este es el primer paso para establecer los responsables de lo que era un secreto a voces en el Ecuador: el despilfarro, los contratos a dedo, los sobreprecios, los nuevos ricos y tantas otras atrocidades que cometió el grupillo de la década pasada. Se les acabó la fiesta. Como dijo el famoso Tres Patines: ¡A la reja!

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El día 24 de mayo, fiesta cívica que conmemora la Batalla del Pichincha, el Presidente Correa asumió un nuevo mandato que lo llevará a gobernar por 4 años más el país, cumpliendo así la voluntad popular manifestada en las urnas el 17 de febrero pasado.

La investidura es un hecho histórico e inédito; por primera vez un Presidente gobernará por 10 años seguidos sin que exista la alternabilidad que anteriormente contemplaban las Constituciones que rigieron al Ecuador prácticamente desde que se constituyó en Republica. El nuevo periodo se verá marcado según las propias palabras de Correa, por una radicalización de la Revolución Ciudadana y por el enunciado de que se avizora un mejor “Buen Vivir” y una mayor democratización.

Otra situación nunca vista a lo largo de la historia republicana es el hecho de que un gobernante tenga una mayoría absoluta en lo que ahora se denomina la Asamblea Nacional. El control del Órgano Legislativo le facilitará el aprobar las leyes que estime necesarias para llevar a buen término su proyecto. No debería por lo tanto haber justificación para que no se alcancen los propósitos que se buscan, ya que igualmente se cuenta con gente afín en los otros Poderes del Estado como el Judicial, Electoral y los demás de control creados por el Régimen.

1 comentario

  1. Yo realmente no creo que el mundo esté asombrado por “ descubrir” que el vice’ sin funciones termine en prision, es obvio que alguien tenía que “caer” en un país,que se sabe que en materia de corrupción , no está muy lejos de Venezuela. La corrupción siempre se consideró uno de los grandes males de ecuador, con los de la decada pérdida, sin embargo la enfermedad, de endémica , se agravó y llegó a terminal. Yo, sinceramente creo que Moreno no solo que no quiere, sino que no puede lograr sanear el cuerpo social. Sus “cuadros” son los mismos y el método, que algo a cambiado, persigue lo mismo que el anterior: la implementación de de la dictadura socialista estadista. La paulatina destruccion de los remanentes de la democracia y, lo más increíble, con la ayuda de los que deberían ser sus opositores.

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