Todo está en uno mismo… No hay salvación
Solo formación y desarrollo del espíritu.Buda
En cierta forma la humanidad siempre ha vivido en una especie de caos continuo. Desacuerdos. Confrontaciones. Guerras. El llamado al fin del mundo ha estado presente en todas las sociedades hasta hoy conocidas. Llamado suigéneris, sin embargo. Pues, si por un lado se aspira a desaparecer, a desterrarse literalmente del mundo sigue otro, que es salvación de las inclemencias del actual. Pasos hacia un devenir de rescate por amor. ¿Superación paradisiaca…? ¿Tal vez ingenuidad? ¿O nada más que inocencia…?
Para el “Camino de la vía óctuple”, sin embargo, rogar por la salvación es amarrarse a una rueda que corre, por inercia y sin destino. Hay una sola salida, insiste, por eso, Buda. “Es la formación y desarrollo del espíritu” hacia el encuentro del deseo, en todas sus vertientes, para su liquidación. Pues “no existe nada final a que aferrarse que no sea evitar el sufrimiento, mediante la destrucción de la ignorancia…”. Conocimiento que nos debe ubicar siempre en el justo medio. “Nada de extremos. Ni la autocomplacencia ni la mortificación”. Objetivo a lograr por un control mental en armonía de justicia. “Pues si alguien puede controlar su mente, puede encontrar el camino hacia la iluminación”. ¿Iluminación? Algo así como el objetivo clave de saberse dueño de sí mismo y, en este instante, percatarse del encuentro con su identidad, libre de los avatares de la impureza de ayer…
¿Qué es, entonces, el Camino de la vía óctuple? ¿Tiene sentido siquiera pisarlo? ¿Vale la pena conocerlo e intentar dar algunos pasos en él? ¿Hay alguna magia especial que lo promueve? Para Buda, de hecho, hay dos grandes errores, para quien busca encontrar algún valor en la vida que procesa, 1) no aceptar este sendero de la rectitud y 2) retirarse luego de empezar a conocerlo. De todas formas, este sendero de las ocho rectitudes no exige pero si aclara que su andar solo puede ser realizado por voluntad, reflexión y consciencia. Único evento de que sean cumplidos, a cabalidad, las grandes ocho advertencias de la rectitud: la rectitud de los puntos de vista, de los pensamientos, de las palabras, de la conducta, de los medios de vida, de los esfuerzos, de la atención y de la concentración. Cada una por su cuenta y todas en conjunto, en permanente relación e interacción, fueron consignadas por Buda en el parque de las gacelas, al norte de Benarés (actual Sarnath). ¡Claves en la comprensión de la verdad y la práctica de la justicia…!
“Bienvenidos hermanos, explicó, ha llegado el reino de la rectitud para obtener la extinción del sufrimiento”. ¿Provocación de nuevas perspectivas para la posibilidad de un hombre nuevo? “De qué sirven los dioses, insistió siempre… No creáis nada si no es dictado por la razón o la consciencia…Ten fe en tí…No desesperes de tu destino. ¿Quieres lograr tu mejor victoria? Véncete a ti mismo!”. O sea, marca tus huellas en el Camino de la rectitud!
«Si contribuimos a la felicidad de los demás, habremos descubierto el verdadero sentido de la vida» V. Dalai Lama
«Cuando la meta te parezca imposible, no cambies de objetivo: busca un nuevo camino para llegar a ÉL». Esta idea es de Confucio para aceptar todo reto, aquello que se nos hace imposible.
«Con el tiempo aprendemos a construir todos los caminos en el hoy, porque el sendero del mañana no existe aún. J. Borges.
Siempre agradecida de ustedes,
Esperanza.-