Es la aspiración de un pueblo ávido de unión, tranquilidad y paz. Por una década, que es hartísimo tiempo como dice nuestra gente, no se ha gozado de una verdadera navidad feliz y en paz. Hoy se siente y se respira un aire diferente.
Nadie puede dejar de reconocer que el país fue cambiado. El divisionismo impulsado por el anterior gobierno, junto con la predisposición agresiva, caló entre los ecuatorianos y afectó su comportamiento. Se percibía una atmósfera enrarecida; en plazas y calles el tema de conversación era el mismo, el insulto, los nuevos calificativos y la vejación. Pero se aprecia un florecer, un revivir.
La transformación se tradujo en un incremento de la pobreza, informalidad, delincuencia, consumo de drogas y abusos sexuales. Pero se siente otro entorno. La gente tiene una faz diferente, hay una sonrisa que antes no existía.
La Noche Buena y la Navidad fue de confraternidad y unión familiar, pese a la crisis económica heredada de un correismo que mentirosamente dijo que dejaba la mesa servida.
Como en el Cuento de Navidad de Charles Dickens, el fantasma terrible y sombrío del autoritarismo debe desaparecer. El presidente Moreno tiene en sus manos el promover la confianza que se necesita para la reactivación del país.
Una vez que el pueblo se pronuncie Por el Si en la Consulta, la pesadilla de la década pasada terminará.
Feliz Navidad y Próspero año 2018.
Concuerdo con tu comentarios Capucho. Feliz año Nuevo y un abrazo a la distancia. Saludos. Pincho.