He querido calificar al año 2018, como el año de la ESPERANZA. Tanto en lo político como en lo económico, como en lo social.
Esperanza en lo político, por cuanto está prevista la realización de la consulta popular, para el domingo 4 de febrero. Por supuesto, la esperanza radica en que el pueblo ecuatoriano responda con un SI rotundo, a todas las preguntas (7).
Por supuesto, no están todas las preguntas que debieron consultarse, pero, están las principales que le darán al Gobierno Nacional, la posibilidad de recuperar la democracia perdida durante la “década gastada”, eso es bastante, lo demás, vendrá por añadidura.
Esperanza en lo económico, que le permita a la empresa privada y a la iniciativa de los sectores medios y bajos, los beneficios esperados, para reactivar la economía.
Sin la reactivación de la empresa privada no habrá reducción del DESEMPLEO y el tema delincuencial se agravará. Ya estamos en el límite de esta lacra social. El crimen organizado, el crimen callejero, tiene entre sus causales, la desocupación, eso tiene que terminar ya.!!
La esperanza en la justicia, la actual actuación judicial, a través de Cortes y Juzgados deja mucho que desear.
Ningún cuerpo Colegiado Judicial, ha dado los pasos para autodepurarse. Más bien han esperado, cuando la ciudadanía ha dejado de creer en ella, que la decisión la tome El Ejecutivo.
Antes del retorno Constitucional, la iniciativa la tenía el Congreso. Los jueces se pusieron a las órdenes de los legisladores. El sistema se corrompió y fue materia de errores y abusos judiciales.
Que este año 2018, sea para los ecuatorianos el año de la justicia, de la autodepuración y de la no dependencia del Congreso, o del Consejo de la judicatura, que me da la impresión, que fue más allá de sus funciones administrativas, y al cuasi control de los jueces. Me temo, -ojalá me equivoque- de llegar a manipular hasta en sus providencias y/o fallos.
Esperanza, en la Minería, este nuevo año y los siguientes, convertirán al Ecuador en un país Minero, que con tecnología de punta evitarán los daños ambientales que podrían afectar ríos y poblados aledaños. Tengo fe en que tal situación no se dará, salvo que haya corrupción en los Controladores.
La lista en materia de asuntos que mejorar, en el año de la esperanza, puede ser muy larga, con lo dicho hasta aquí, ya es bastante.
Mi mensaje final, va al señor Presidente de la República, el Lcdo. Lenin Moreno, y me valgo de sus propias expresiones: “El gobierno de todos”. Pero, ojo, falta algo. El 50% de los ciudadanos del Ecuador lo eligió Presidente, pero, el otro 50%, que no voto por el actual gobierno, no se siente representado y tiene todo el derecho del mundo a sentirse representado en este gobierno, con representantes en algunos ministerios y/o empresas del Estado.
Es la esperanza de ver en próximos días un gobierno de “representación nacional”, que suelte las amarras que lo ligan al pasado reciente, represado en los aspectos políticos y económicos, que lamentablemente están saliendo poco a poco a la luz, pero el tiempo apremia.
Hay esperanza, en el aumento del precio del petróleo, pero ese es un albur.
El retiro de tropas rusas de Siria, y el resultado de 3 o 4 grandes ciudades totalmente destruídas por los bombardeos, llevará a los Sirios a exportar más petróleo, necesario para su reconstrucción y el precio del barril bajara.
Solo nos queda la esperanza de apoyar la agricultura y la construcción de miles de hectáreas de camaroneras, cuyos precios en el mercado internacional, perduraran, hasta que los chinos logren erradicar las pagas de sus camaroneras.
La esperanza del país y su destino, dependerá de cuán amplia sea la visión de sus gobernantes.
Si quieren gobernar para 4 años o si quieren gobernar para 50 años, -no ellos- sino sus planes y proyectos, de la mano de los pueblos desarrollados, de no ser así, seguirá siendo el cuento del GALLO PELÓN.
Desempolvemos algunos buenos proyectos de la época anterior a la “década gastada”, que no pudieron financiarse, ni ejecutarse.
Requerimos un nuevo anillo eléctrico nacional para transportar el exceso de energía eléctrica que no podemos distribuirla a Colombia, Perú, Brasil, y Bolivia que la requieren, por ser insuficiente el actual para transportarla.
Pongamos en ejecución, un Convenio Marítimo Manta-Guayaquil, ampliando el Espigón de Manta, para puerto de megabarcos con contenedores y dejando al Puerto de Guayaquil, para productos al granel, vehículos y carga mas liviana.
Reconstruyamos el Ferrocarril ecuatoriano para carga de contenedores y pesada, el que tenemos es de carácter turístico y de imagen para el Ecuador. Los ferrocarriles norteamericanos, llevan hasta 120 vagones. Los ví y los conté, en mis tiempos de intercambio estudiantil en Búfalo.
La vía férrea Esmeraldas-Puerto Bolívar y la Tulcan-Loja, con ramales hacia Cuenca, se impone. Esta idea aterra a los transportista de plataformas, por cuanto creen que se quedaran sin trabajo y han hecho lo imposible por impedir que el Ferrocarril ecuatoriano, siga transitando por los poblados costeños y serranos a lo largo y ancho del país Y estuvieron siempre de acuerdo con su desmantelamiento
Las líneas de transporte terrestre, marítimas y aéreas, tiene que estar coordinadas en sus horarios, como lo están en Alemania y en toda Europa, incluso el Tranvía para pasajeros urbanos. Solo así, aceleraremos el desarrollo sostenible y nos alinearemos con los grandes países del mundo. De otro modo, nos quedaremos de pie en la estación, viendo como se aleja, el Tren del progreso.
Retomemos el proyecto vial Manta-Manaos, que es una posibilidad real y necesaria.
Con la Ley Orgánica de asuntos públicos- privados y/o con concesiones a largo plazo (10, 15, 20 años), con retorno de dichas obras al país sin pago de indemnizaciones, se podrían lograr algunos macroproyectos, que atraerán a los inversionistas y daría empleo y muchas regalías a los ecuatorianos y al país.