He tratado de investigar si un gobierno del pasado seleccionó a historiadores, sociólogos e intelectuales de su ideología para escribir impresos para la enseñanza con sesgo ideológico en educación pública y privada, otros para atacar al sector privado y hacerlo responsable de todos los males de la república y finalmente para venerar al Estado, salvador de pueblo ecuatoriano.
Hubo casos como el de Juan José Flores quien tuvo a la orden la pluma de Antonio Irisarri. Hoy los mencionados, de ideología socialista son una camarilla que entendió que para sus ideas difundirse a nivel nacional debían ser apoyados por un proveedor de dinero que compartiera sus ideas. Antes del 2006 lo hacían en sus círculos, los libros no estaban disponibles sin costo en Internet; no había prensa pública, otro canal de difusión. Con el ascenso al poder de Alianza País, encontraron su mina de oro. Mientras tanto hoy en Guayaquil muy pocos defienden las ideas liberales, pionera es Dora de Ampuero, quien a través del Instituto de Economía Política tiene más de dos décadas difundiendo ideas liberales; conferencias, publicaciones y programa radial son parte de su admirable apostolado. Miles de jóvenes han participado en sus programas. El trabajo que ella hace es insuficiente para combatir al adversario. Fundación Ecuador Libre ha hecho esfuerzos. Se requieren más institutos. Existen en países de la región, Chile tiene Libertad y Desarrollo, centro de estudios de ideología liberal, fundado en 1990, dedicado al análisis de asuntos públicos promoviendo los valores y principios de una sociedad libre; ha publicado cerca de un centenar de libros, mensualmente la revista LD conteniendo entrevistas a personajes, estudios destacados, columnas de opinión y resumen de proyectos de ley. Otros: Fundación Avanza Chile, Centro de Estudios Público, Cieplan, etc. En Argentina hay Fundación Libertad y otras. Falta espacio para mencionar todos los centros de la región.
La camarilla separa a los ecuatorianos entre buenos y malos. Los primeros son los que creen en el Estado benefactor proveedor de todas sus necesidades, los segundos, empresarios y profesionales guayaquileños de éxito, odiados por sus logros. El silencio del sector privado, ofendido con frecuencia en artículos y libros es preocupante. Si no se defiende lo que se cree, ¿qué se defiende?