22 noviembre, 2024

Así acabaron con la inseguridad en las escuelas estos países

Otro tiroteo. Otra matanza en un colegio estadounidense.

El miércoles anterior, al menos 17 personas murieron dentro o en los alrededores de la secundaria Marjory Stoneman Douglas de la localidad de Parkland, sur del estado de Florida.

Allí, Nikolas Cruz, armado con un rifle de asalto AR-15, disparó contra los estudiantes y el personal del centro educativo. Una historia que se repite con alarmante frecuencia en EE.UU.

Y reaviva el debate sobre la necesidad o no de controlar la posesión de armas de fuego.

«Esto sólo ocurre en Estados Unidos. Esta epidemia de matanzas, este flagelo de tiroteos en escuelas tras tiroteos en escuelas, sólo ocurre acá. Y no es una simple coincidencia, no es por mala suerte, sino por nuestra falta de acción», reclamó el senador demócrata, Chris Murphy.

¿Cuál es la diferencia con otros países que cita Murphy? Hay países como Escocia y Australia, que en el pasado fueron escenarios de tragedias similares, que promulgaron leyes para controlar de manera estricta el porte de armas.

Y los resultados son evidentes: en Australia no ha ocurrido una masacre de este tipo desde 1996, cuando se emitió la nueva regulación sobre las armas.

Mientras que en Escocia, donde tuvo lugar un tiroteo en una escuela primaria ese mismo año, el control de armas -que se extendió a Reino Unido- ha reducido los crímenes con armas de fuego en un 75% en la última década.

Las estrictas leyes en Australia y Reino Unido se dan en un contexto cultural y político diferente al de EE.UU. y es precisamente la cultura del arma de fuego y la política arraigada en la Constitución estadounidense -que otorga el derecho a los ciudadanos de estar armados- lo que obstaculizan cualquier legislación.

Pero las cosas podrían estar cambiando, dicen algunos expertos.

Escocia

En marzo de 1996, en la ciudad escocesa de Dunblane sucedió algo similar a lo ocurrido esta semana en Parkland, Florida, y también en anteriores episodios como el de la escuela de Newtown, Connecticut: un hombre entró en un instituto primario y mató a 16 niños y a su maestra.

El crimen causó una conmoción profunda en todo Reino Unido.

De la masacre surgió la determinación de hacer algo para evitar una tragedia de ese tipo. Se inició una campaña para prohibir la posesión privada de armas de fuego cortas. La petición recibió unas 700.000 firmas y las leyes cambiaron.

El vínculo entre la disponibilidad de armas de fuego y el número de personas muertas a tiros era evidente para los legisladores en Escocia y hasta hoy el público continúa firmemente a favor de la prohibición.

Y las cifras parecen respaldarlo: en los últimos diez años, los crímenes con armas de fuego en Escocia se han reducido en un 75%, de acuerdo a los datos revelados por el gobierno escocés.

Aún así, las autoridades declaran que están decididas a bajar aún más esas estadísticas.

Pero los expertos señalan que las diferencias de actitud y percepción en Washington y en parte de la ciudadanía representan un obstáculo para replicar medidas similares en suelo estadounidense.

En 2012, a raíz de la matanza en la primaria de Newton, Newtown, Connecticut, Garen Wintemute, director del Programa de Investigación para la Prevención de la Violencia de la Universidad de California en Davis, le dijo a la BBC que los obstáculos contra el control de armas en EE.UU. son culturales a largo plazo, pero políticos a corto plazo.

«A corto plazo, no creo que tengamos que librar una lucha en términos de lo que somos como pueblo para hacer cosas que la mayoría quiere hacer», declaró.

El mayor impedimento, señala, no es la voluntad del ciudadano de a pie sino la existencia de una enmienda constitucional difícil de modificar.

Australia

Australia también implementó estrictas medidas contra la tenencia de armas tras una masacre en abril de 1996, cuando un pistolero abrió fuego contra un grupo de turistas en Port Arthur, Tasmania, y causó la muerte de 35 personas y heridas en otras 23.

Doce días después de la peor masacre en la historia del país, los gobiernos estatales y locales promulgaron amplias leyes para el control de armas. Más de 20 años después, esas políticas se reflejan en resultados positivos.

A los diez años de las restricciones, los homicidios por arma de fuego habían caído 59%.

Las tasas de suicidios por las mismas causas bajaron aún más, al 65%.

Pero la estadística que más llama la atención es que, antes de la masacre en Port Arthur, el país había sido escenario de 11 tiroteos masivos. Desde entonces no ha habido ninguno.

La particularidad de Australia, además de que aplicó restricciones a la portación de armas, fue que inició una campaña masiva para comprar armas semiautomáticas, escopetas y rifles en circulación. El gobierno logró sacar de las calles más de 600.000, una quinta parte del total en Australia.

Sin embargo, con el número abrumador de armas en manos de civiles en EE.UU. – casi una por habitante-, es difícil que una medida así funcione, explicó Garen Wintemute.

«Tenemos que tomar medidas que se puedan adaptar en nuestro ambiente, donde se acepta la tenencia de armas», señaló Wintemute, que también es doctor en medicina de urgencias.

«Esas medidas pueden incluir la prohibición de armas de asalto, las que tienen cargadores de alta capacidad, pero en EE.UU. millones de esas armas están en circulación y no las podremos recuperar».

No obstante, hay cosas que se pueden hacer inmediatamente, señaló el experto.

Una sería prohibir la venta privada de armas que evade ciertas reglas de identificación y revisión de antecedentes, que se imponen regularmente a los expendedores autorizados.

Ésta ha sido la primera súplica del gobierno anterior, el de Barack Obama, y la ha sostenido también el partido Demócrata en los últimos años, sin éxito.

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