24 noviembre, 2024

Aberraciones y exageraciones

Desde mediados del siglo pasado, la moral empezó a degenerarse y hemos visto como, después de la caída de la cortina de hierro, la ideología comunista empezó a resquebrajarse, aunque no del todo. Rusia es ahora un país de leyes socio-comunistas pero con capitalistas entre sus gobernantes. Antes, sólo los del polit-buró eran los del privilegiado grupo oligarca extremo. Ahora hay varios millonarios que no están en la élite. La escoria, rezago de ese comunismo que estaba germinando en otras naciones, se convirtió en socialismo, y regando prácticas pseudo-populares, ha ido buscando la manera de infiltrarse como si fuera una verdadera ideología.

Mucha gente racional, al oír los silogismos que se expresan, empiezan a creer que hay algo de razón y empiezan a defender lo errado. Pasamos por alto la filosofía real: El principio debe ser universal, para que la conclusión sea correcta. No se puede generalizar a base de conceptos no universales y sacar conclusiones, pues estas serán siempre sesgadas, por no decir erradas.

¿Un ejemplo? Algunas mujeres y algunos hombres se sientes discriminados porque ellos sienten que han nacido con el sexo errado, luego, se debe aceptar que existen otros sexos, no solamente el masculino y el femenino, para poder dar a estas personas un sexo de acuerdo a sus preferencias. Este paralogismo o sofisma se ha popularizado en tal forma, que en varios países se ha llegado a cambiar las leyes para incluso prostituir la palabra matrimonio para permitir el “¿martirmonio?” homosexual.

En Ecuador acabamos de tener un referéndum, en el que se aprobó que los delitos de los que agreden sexualmente a niños y adolescentes, no prescriban. Sin embargo la pedofilia, que es y debe ser considerada un delito, de acuerdo a su significado, es también una preferencia sexual, como lo es también el bestialismo y muchas otras aberraciones.

No se puede, por ninguna razón, permitir que estas falacias puedan ser consideradas válidas. Estamos tergiversando el sentido del idioma y el razonamiento moral, al permitir que se pueda siquiera discutir o dudar sobre estos conceptos.

Yo nací humano, pero siento que debí ser toro. ¿Es siquiera admisible que yo crea que debe aceptarse que yo sea calificado como toro? Así, yo no soy culpable si me comporto como toro.

¡Creo que estamos errados! Ya basta de tanta ingenuidad y de dejarnos llevar por sofismas, ya que estos no son paralogismos, sino verdaderas falacias que se están creando para destruir la moral establecida y justificar comportamientos anómalos, que están destruyendo a la humanidad.

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Así titula Friedrich Hayek, premio nobel de economía, su famoso libro donde demuestra porque el socialismo está condenado al fracaso. Y me parece conveniente citarlo porque nuevamente escuché al presidente Correa argumentar a favor de un socialismo renovado.

Quiero reconocer que en el bando socialista hay al menos dos grupos: el ideológico y el idealista. Al bando ideológico, lo único que les referiré es que su tan renovada visón respecto a su interés en el hombre ni es nueva, ni es suya. Es una idea de la Doctrina Social de la Iglesia, como sabrán los que han leído la encíclica de Juan Pablo II (Labor Exercem) o de Leon XII (Rerum Novarum). Y que por obvias razones, nada tiene que ver con el socialismo, con el que ahora nos tratan de confundir.

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