¡Cómo será, hoy, el sinsentido social de las cosas, que la miseria humana podría decirse, sin mayor equivocación, está cubriendo el mundo! Claro que los organismos internacionales dedicados a la medición del hambre, la ocupación laboral, la salud…, después de raros diagnósticos ajenos a los datos obtenidos, pronostican cambios favorables. ¿Cuándo? ¿Con qué beneficios? En verdad, con estas informaciones repetitivas y sin aciertos reales, desde hace años y años, al parecer ni sus mismas administraciones saben algo concreto. Son una especie de pastillas de “buena fe” o por justificación de sus sueldos, para que sus usuarios subsistan en euforia, sin saber la muerte latente que entraña.
¿Por su boca es que cae el pez…? “Los niveles de pobreza y de indigencia –explica CEPAL dedicada a profetizar sobre las sociedades de América Latina y el Caribe desde 1948– aumentaron en la región”. Algo, por su puesto, a la vista de los turistas que visitan estos sectores, sean los pueblos jóvenes de Perú, los suburbios de Ecuador, las favelas de Brasil y un interminable etc. de los otros países. Que los hechos hablen por sí solos, decía Esquilo…
De 168 millones de personas, sin tener para comer ni subsistir dignamente, en 2014 la cantidad subió 10 millones un año después y, hasta hace poco, la pobreza contabilizó 186 millones de gentes. O sea, unos 750.000 pobres por mes han aumentado en espera de ser atacados por enfermedades y sin dinero para curarse, además de ser pasto de muertes prematuras. Pero, también, la llamada pobreza extrema viene mostrando un panorama cada vez más dramático. De los 48 millones del 2014 pasó a 61 millones en 2016. En general, Latinoamérica y el Caribe están afectadas por una pobreza que gira en torno a más del 30% de su población.
Miseria social y degradación humana. Fruto originario de la dependencia de los grandes mercados mundiales…Pero, claro, de la mano con la ausencia de gobiernos estables. Gobiernos fallidos… Sin capacidad técnica administrativa y falta de honestidad en su conducción operativa. Solo corrupción e impunidad. Abanderamiento de traumas políticos autoritarios. ¿No es que, acaso, Latinoamérica y el Caribe han vivido desde sus gritos de independencia dictaduras, fascismos, populismos día por medio? ¿ Y el volver a la democracia, o mantenerse en democracia no ha sido, igualmente, el frente de lucha y oferta electorera de siempre? Lo que hace más trágico todo este atropello a cada ser humano es lo kafkiano de su hábitat social. Desgraciado caldo de cultivo, casi sin salida, que desvaloriza, segundo a segundo, lo humano de la vida…¿No es que la miseria social alimenta la ausencia de salud, alimentos, vivienda, vestidos, educación, trabajo y convoca, con su presencia, la desnutrición, la desvalorización moral y personal, igual que la injusticia?
¿Cómo olvidar, por supuesto, que la corrupción social, de líderes, funcionarios públicos, partidos políticos es un factor determinante en el comportamiento de una sociedad al margen de la ley? Es que la corrupción, de cualquier forma, peculado, coimas, tráfico de influencias, extorsión, lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, nepotismo, al defraudar al Estado, allana el camino que lleva a la miseria social.
De hecho, además, incentiva el dolor de los miles y miles de pobres, al quitarles la posibilidad de una comida nutritiva, de una educación actualizada, de una profesión para sostenerse, de la esperanza para sentirse personas… La corrupción, por lo tanto, al incentivar la miseria configura en sí, un crimen de lesa humanidad, que como tal, de manera ejemplar, y con el máximo rigor, debe ser castigado