Por más de once años los articuladores gobiernistas, formato Correa o Lenín, se han escudado en una gran masa poblacional con niveles de ingresos económicos muy por debajo de la media para en nombre del socialismo universal reivindicar una lucha de clases típicamente anticapitalista. A pesar de todos los esfuerzos del Gobierno por ser el motor en la creación de empleos y toda la parafernalia antimercado, la realidad es que nueve de cada diez trabajos aún son producidos por la empresa privada, el mayor símbolo capitalista.
El sistema con menos distorsiones políticas y económicas es aquel en que prima la libertad, carencia del modelo socialista pregonado insistentemente en el país por unos cuantos irracionales e inconsecuentes individuos cuyos hábitos de comportamiento y consumo antagónicamente favorecen lo privado sobre lo público y la exclusividad sobre lo económico.
Un ejercicio pendiente de la sociedad es cuestionar a sus interlocutores políticos y gubernamentales por sus preferencias en el tratamiento de su salud, sus lugares de entretenimiento y descanso, sus escolaridades y la de sus hijos. El doble discurso pondría en evidencia el monumental descaro intelectual del cual se nutren permanentemente para abusar de un sistema con fallas estructurales que solo se corrige a través de libertad. El modelo estatista, aplicable a todos excepto a sus propios ejecutores gobiernistas, no cambiará hasta que la falta de recursos termine por hastiar a la sociedad y ésta finalmente aplique rendición de cuentas.
Sr. Zurita, nada más claro y cierto que lo que Ud. dice. Todo el artículo está preñado de la teoría social del mercado , de capitalismo y que es lo mismo
,de libertad. Gracias.
Gonzalo, has presentado un muy buen artículo sobre la realidad que vive y ha vivido nuestro país desde hace once años. Nada ha cambiado en este último año, aunque ya no se oye de los negociados que hubieron en el gobierno anterior. Sin embargo, siguen en el actual gobierno la mayoría de los que colaboraron en el gobierno anterior, lo cual da mucho que pensar.