De esto, hace ya casi cinco décadas, en que los pueblos de Europa y, Estados Unidos de Norteamérica; vivieron las tragedias de un invierno que causó atrocidades en pueblos y ciudades; tal como ahora lo están sufriendo-Noticia arriba, Mundo, febrero 2018
Yo lo viví en Alemania, como profesora en los Colegios de Adendorf y Lünemburg.
Fue en el segundo invierno, porque el primero de mi llegada fue “normal de nieve y frio”, que lo viví a plenitud con momentos muy alegres de admiración y sorpresa: vistiendo ropa de lana, abrigos igualmente pesados, con gorra y guantes de piel, para ir a dar clases; hundiendo los pies con botas largas en la nieve. Igual salir a los patios a controlar que los niños, bien abrigados, jueguen alegremente; para luego dejar abrigos y botas en el desvestidor y entrar a dar clase en aulas calentitas, con la calefacción prendida.
O ir invitada por mis alumnos de grados superiores, al bosque próximo a la escuela, a correr tabla en mano y echada boca abajo sobre ella descender lomas de nieves y ascender la siguiente con la fuerza impulsada, entre risas y placer de poder hacerlo…
Como igual aquel domingo fuera de la iglesia (yo vivía frente al monasterio Klöster Lüner en casa de una maestra, que había trabajado en el Colegio Alemán de Guayaquil y cuyo esposo era el Pastor del lugar).
Y yo, al sentir una bola de nieve que me lanzara un chico, quien me reconociera como la maestra ecuatoriana de su Colegio, se la devolviera; a partir de lo cual se formó una algarabía por “la guerra de bolas de nieve”, lanzadas por otros niños, hasta que saliera el sacerdote e impusiera orden, haciéndonos entrar a la misa que él oficiaba.
Pero el segundo invierno que pasé después de un año, ese si fue atroz – Nunca vivido desde décadas atrás- según decían las personas mayores
Y yo, media escritora como era, lo asenté en un cuento escrito en alemán, para mis alumnos de allá – Era un cuento simple y corto –justo cuando la literatura infantil en Europa vivía una faceta de sencillez – “sin reinas ni princesas, más ceñida a la realidad” – decían; para que el niño no deje de leer, ante la influencia de la televisión.
Y hasta hice que mis alumnos lo interpreten en figuras lineales sencillas en sus cuadernos.
Hoy lo he buscado, entre mis papeles de antaño y lo he traducido al español para publicarlo en una próxima entrega Desde mi Trinchera
-Si me lo permiten –
Esperamos el cuento.
Saludos.
Desde mi trinchera.