26 noviembre, 2024

La riqueza y el trabajo

Mucho hablan los socio – comunistas del derecho del ser humano a la igualdad, lo cual no creo que pueda haber sido negado en lo absoluto por nadie. Los seres humanos nacimos iguales, vinimos al mundo desnudos, sin nada .y todos tenemos, absolutamente todos, por la simple dignidad de ser seres humanos, el derecho a la igualdad absoluta, sin discusión alguna, y yo estoy 1000% de acuerdo, como creo que lo estamos todos, o al menos, casi todos.

¡El ser humano es digno, y la equidad es la verdadera justicia! Todos los seres humanos nacimos libres, y con los mismos derechos y obligaciones. Es un absurdo pensar en forma diferente, aunque algunos regímenes totalitarios, pretenden imponer su ideología, aunque sea por la fuerza, para, aprovechándose de ella, abusar de los más débiles, e imponerse para adueñarse de todo. A igual trabajo, igual remuneración, es otra regla que no puede ni debe fallar. A igual responsabilidad, lo mismo y así, varias reglas de justicia, entre las que no puede ni debe faltar, la regla de que la diferencia debe ser razonada y lógica.

Hace unos días hablaba un empleado, reclamando que él trabajaba toda la jornada, y su amigo se tomaba un buen tiempo para descansar, echándole la responsabilidad a sus compañeros, entre los que se encontraba él, que recibían la misma paga. En este caso, tenemos el mismo derecho a recibir un sueldo, de acuerdo a su contrato, pero no la misma obligación de trabajo, o al menos, no la misma responsabilidad para cumplir su trabajo, ya que el uno es responsable y el otro no. A iguales derechos, iguales obligaciones, es la verdadera justicia, lo otro es un sofisma para vivir sin trabajar. La equidad en el trabajo debe ser igual en todo, no solamente en el rédito. Si quiero ejercer mi derecho, debo cumplir con mi obligación.

La verdadera justicia Social, es la que recomienda la Iglesia católica en la Doctrina Social de la Iglesia, bastante diferente y contraria a la socialista y a la de los socio – comunistas. San Pablo, en su segunda carta a los Tesalonicenses es durísimo al expresarse sobre el trabajo: “El que no quiera trabajar, que tampoco coma” (2Ts 3:10). El trabajo es ley divina (Con el sudor de tu frente comerás tu pan, hasta que vuelvas a la tierra pues de ella fuiste sacado. Sepas que eres polvo y al polvo volverás. Gn 3:19), y es nuestra obligación respetarla.

Es más bien en el socio – comunismo en el que, con la excusa de la “repartición equitativa”, los dirigentes de esa “repartición” se quedan con la mayor parte, matan al pueblo de hambre y de necesidad, como en Venezuela y pasan a ser los nuevos ricos de la región.

El trabajo es una obligación para la salud corporal y mental del ser humano. El consumismo, la competencia, el querer ser más que el otro, la envidia, la avaricia, el orgullo, la prepotencia y la ociosidad, son los grandes frenos del ser humano al deseo de Dios de la igualdad entre los seres humanos. ¡Luchemos contra estos obstáculos en nuestro interior!, Seamos más cristianos. Vivamos con desapego a lo material y apego a lo que realmente vale. ¡Convirtámonos en verdaderos hijos adoptivos de Dios, hermanos de Cristo y de toda la humanidad!

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5 comentarios

  1. Felicito al Director de Desde mi Trinchera por un artículo que dice muchas verdades sobre el trabajo, reflejando sobre esto lo que dice la Doctrina Social de la Iglesia. Es una aspiración siempre presente.

  2. LA LECTURA DE SU OPINIÓN, ME HIZO RECORDAR LAS SABIAS ENSEÑANZAS DE MIS MAESTROS SALESIANOS. EL TRABAJO NOS HACE DIGNOS HUMANOS. LA RECOMPENSA DE UN TRABAJO DIGNO ESTÁ EN SÍ MISMO Y EN LA SATISFACCIÓN QUE NOS PROPORCIONA AL HACERNOS SENTIR ÚTILES A NUESTRO PRÓJIMO, EL DINERO RECIBIDO ES CONSECUENCIA DEL TRABAJO Y NO EL FIN.
    GRACIAS DON JOSÉ.

    1. Muchas gracias, Betty. Preocupa mucho que nos olvidemos el porqué vinimos a este mundo. No existe ninguna Religión que ordene que no se trabaje.
      Un hermoso poema que aprendimos en la infancia, dice en una de sus estrofas:
      «El trabajo es LEY DIVINA
      y el hombre que piensa y siente.
      esta ley, sabia y prudente
      debe jamás eludir.»

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