Cuando ocurren resultados electorales como los que han ocurrido en nuestro hermano país, México, hay que hacer algunas reflexiones. Primero, hablemos de la persona. Es un izquierdista radical, que por sus actuaciones en la política de su país, ha demostrado ser un hombre inteligente, tres veces candidato a la presidencia y subiendo su votación en cada una, hasta llegar a ser el Presidente electo con mayor votación en la historia. Obtener más del 50% de los votos válidos lo elegía en primera vuelta en cualquier parte.
Las declaraciones de AMLO, como prefiere ser identificado (por sus iniciales), suenan alarmantes: “Habrá un cambio radical.”, pero continúa aclarando: “que nadie se asuste, vamos… a arrancar de raíz el régimen corrupto de injusticias y de privilegios”, y destaca que va a respetar la autonomía del Banco Central y que no habrá injerencia en temas financieros.
Destaca que los dos grandes males de su País, son la violencia del narcotráfico, que deja miles y miles de muertos y destruye a la población y que por la lucha entre los diversos carteles, ha sembrado pánico en toda la república, y la corrupción que, por lo que dice, ha sido tan grande como la que hemos sufrido en Ecuador. Además, como punto a su favor, tenemos que realzar la buena relación que tiene con el Presidente de su vecino del Norte, lo que va a permitir que se solucione en gran parte el conflicto entre ambos países.
Veamos ahora el otro lado: El socio-comunismo ha demostrado ser un fiasco mundial. Los socio-comunistas que han llegado al poder, han intentado perennizarse en él. Castro, Chávez-Maduro, Ortega, Evo, Kirchner-Fernández, Correa Lula-Rousseff, y no sólo eso, sino que han pasado a ser los grandes millonarios (ellos y sus familias), junto con sus aliados, la élite que gobierna.
AMLO, si en verdad tiene el deseo de servir, tiene una oportunidad de oro para revertir la opinión que se tiene del socio-comunismo. ¿Hará eso? Desgraciadamente el poder ciega y el deslumbramiento del oro hace insensible el alma del hombre y el ansia de poseer se eleva a la máxima potencia. Los “amigos” se multiplican y cada uno desea también su buena parte de la tajada. Ese es el triste panorama que tiene toda persona que sale electa. ¿Podrá AMLO detener a ese lobo feroz que crece en el interior de cada ser humano? ¡Esa es la pregunta que se hace el mundo ante cada elección!
Pasemos al otro tema que preocupa: El socio-comunismo, como lo hemos visto en Cuba y Venezuela, atacan a la propiedad privada, buscan estatizar y repartir por igual la pobreza en el país. El Estado es el dueño de todo (por eso, sólo son millonarios los de la élite) ¿Irá AMLO por ese camino? Si lo hace, la gente pensante de México tendrá que abandonar su país, como lo hicieron hace años los venezolanos, y luego irán saliendo los de menos recursos, porque a nadie le gusta ser mandado y sobre todo, podemos ver que ninguna persona que abandona su país por estas causas, busca ir a vivir a un país socio-comunista. ¡Por algo será!
El discurso manejado por AMLO, es tan repetitivo por estos lares, que ya suena a música vieja y trillada. El mismo estribillo, el mismo discurso, el mismo formato aplicado a pueblos con grandes esperanzas de tener una mejor calidad de vida, pero así también con grandes vacíos en educación, en desarrollo del pensamiento crítico, en la gran mayoría de sus individuos, lo que los hace vulnerables, sucumbiendo a la magia de estos «iluminados».