Es indiscutible la predominancia China en diversos proyectos iniciados durante el desgobierno de la década perdida. El problema no pasa únicamente por la desproporcionada concentración de obras asignadas a empresas de este país, sino también por la ineficiencia, incumplimiento y falta de calidad en su ejecución.
Entre estos proyectos constan construcciones de escuelas del milenio, empresas de explotación minera, negocios petroleros, compra de equipos militares, megaobras de generación eléctrica, puentes, vías y otras tantas que representan miles de millones de dólares para las escuálidas arcas fiscales de nuestro país. El gobierno anterior, además de hipotecar esas arcas fiscales con préstamos onerosos, entregó en contrapartida obras multimillonarias a diferentes empresas de ese país.
Es peligrosa la concentración que desarrollaron, asumo que la necesidad de liquidez los llevó a tener una relación tan desbalanceada. Por eso es urgente la implementación de correctivos que nos lleven a generar más negocios para el Ecuador, con el propósito de moderar el desbalance creado.
Si repasamos las noticias diarias, nos daremos cuenta de que no hay un día en el que no se mencionen incumplimientos o deficiencias en la construcción o entrega de obras manejadas por empresas del gigante asiático.
Ahora, hasta una megaflota pesquera de ese país realiza faenas muy cerca de la zona protegida de Galápagos. Recordemos que algún tiempo atrás fue capturado un barco de origen chino junto a sus tripulantes, por pescar en la referida zona. De ninguna manera, estoy en contra de fomentar y mantener relaciones comerciales con un país que ostenta una de las economías más grandes del mundo, pero no es sano poner todos los huevos en una sola canasta. Una situación de dependencia como la que se tiene, genera derechos y presiones que nos ponen en amplia desventaja cuando necesitemos ajustar las cuerdas.
El niño rico, dueño de la pelota, es el que dice quién y cómo juegan el partido. Cuidado terminamos con un Ecuador “made in China”.