(¿Es un simple encargo o una actitud?)
No importa quienes son o cuantos son, o dónde están sus destinatarios. Puede ser un Presidente de un país grande, mediano o pequeño, puede ser un Legislador, puede ser el Presidente de un Alto Organismo Judicial o de Control, puede ser un Ministro de Estado, o un Empresario, o un Alcalde o un Prefecto Provincial. Puede ser el Jefe de una Iglesia Católica, Cristiana, Ortodoxa, Musulmana, Hindú o China.
Puede ser el Rector de un Colegio; puede ser el Obrero de una Fábrica privada o pública. Puede ser un General o un Soldado.
No interesa el mensajero, ni el destinatario. Lo que interesa es que el encargo, el mensaje o el envío, llegue a sus manos, lo más pronto posible.
El receptor, generalmente es una persona, que para la ocasión es muy importante para el enviador, y el recepcionista en su condición de tal, debe receptar el mensaje, leerlo de inmediato y tomar la acción solicitada.
Si “García”, no hubiese recibido el mensaje, y si lo hubiese recibido y no lo hubiese leído y seguido las instrucciones allí indicadas, Cuba, probablemente, todavía, fuera Colonia Española.
El librito que comento, reimpreso por “Editorial Ecuador FBT. Cia. Ltda. y con Portada de Felipe Nacato, y traducido al español por el periodista e investigador quiteño Luciano Andrade Marín, toma actualidad, en el Ecuador y en el mundo, donde las naciones -muchas de ellas- atraviesan problemas económicos, políticos, éticos y morales de grandes proporciones, que tienen consecuencias en sus ciudadanos o en sus descendientes, que luchan por superarse y desarrollarse, en ambientes de libertad, bienestar y justicia, fundamentados en los derechos naturales, y en sus garantías constitucionales.