Escribir sobre temas que pueden causar diferentes opiniones y acaloradas discusiones siempre será complicado, como es el caso de la pedofilia a nivel de sacerdotes católicos.
El papa Francisco en su último viaje a Irlanda reconoció su vergüenza y sufrimiento ante el fracaso de la iglesia por no haber afrontado en forma adecuada los actos de pedofilia y abusos sexuales realizados por sacerdotes que vienen siendo denunciados en diferentes partes del mundo.
La iglesia católica está atravesando una de las más graves etapas de los últimos tiempos. Los abusos de que han sido víctimas menores de edad (niños) por parte de Curas en escuelas y colegios religiosos han sido calificados como escándalos vergonzosos en diversos países.
“Es una historia triste y vergonzosa, una mancha en nuestro Estado, nuestra sociedad y en la iglesia católica” indicó el Primer Ministro Irlandés, país donde el abuso a menores ha sido cuantificado en 25.000 casos a lo largo de 80 años.
Por otro lado, el Arzobispo y ex Embajador del Vaticano en Washington, Carlo María Vigano, en carta dirigida al Papa lo acusa de haber conocido de abusos sexuales desde junio del 2003 por parte del Cardenal Estadounidense Theodore MaCarrick, y no haber intervenido sancionando y renunciando al pedófilo. Grave inculpación sobre la que el Pontífice no ha querido referirse
La denuncia de Vigano, se torna más grave cuando en el texto de su carta revela que la corrupción alcanzó la cima de la jerarquía de la iglesia y anota entre ellos al número dos del Vaticano, Prieto Parolin. Denuncia que obligara a Francisco a un pronunciamiento.
Nuestro país no ha estado ajeno a actos de pedofilia por integrantes de la iglesia católica. En Cuenca se dieron imputaciones en contra de un sacerdote cuya obra era muy reconocida; lamentablemente se encuentran en entredicho, empañada por cargos de hechos perpetrados años atrás.
Son momentos muy críticos para la iglesia católica y en especial para el papa Francisco. Las faltas cometidas por sacerdotes pedófilos, son indilgadas directamente a su pontificado. No es fácil borrar los hechos solo con el reconocimiento y las disculpas.
El catolicismo pierde adeptos por la pedofilia. Otras religiones se fortalecen ante este panorama. El ateísmo encuentra un aliado en las victimas y en los sobrevivientes.