Décadas atrás quedaron al descubierto los campos de concentración nazis, que retuvieron a miles de inocentes sometiéndolos a torturas, hambre, enfermedades y asesinatos masivos.
Lastimosamente, en Venezuela se cumplen todas las características de un gran campo de concentración, en el que sus ciudadanos son prisioneros de un régimen opresor que mantiene a la población padeciendo hambre, desatención de salud, inseguridad, persecución, amenazas y tantos otros flagelos que los azotan. Con este aterrador panorama, no sorprenden las oleadas de ciudadanos venezolanos que llegan aquí porque han decidido huir despavoridos de tanta miseria. Es tal la desesperación, que ponen en riesgo hasta sus vidas, para ligeros de carga y sin dinero, emprender largas caminatas buscando refugio y un mejor porvenir en determinados países de la región.
Esta migración masiva es un gran grito a todos los mandatorios del continente que no han sabido enfrentar de manera directa y contundente la crisis en la que está inmersa Venezuela. El gobierno incapaz y dictatorial de Maduro ha reducido a escombros el otrora imperio petrolero. Es imperativa una reunión de los presidentes demócratas de la región para atender responsablemente la migración masiva de las víctimas venezolanas. Se necesita poner orden para que no se traduzca en importación de pobreza, delincuencia, desempleo y en dramas familiares en su trayecto hacia los países que los reciben.
Junto a esto deben establecerse medidas claras tendientes a presionar el restablecimiento de la democracia en Venezuela, para que, con un nuevo gobierno, elegido legal y democráticamente, se inicie el plan de recuperación social y económica de la ex potencia petrolera.
Es inaudito que, siendo poseedores de una de las mayores reservas de petróleo del mundo, se mueran de sed al pie de la fuente. La incapacidad de administrar ese país no tiene parangón; el desatinado verbo y su desconexión neuronal abruman. Bien dice la frase: “La ineptitud de los políticos la pagan los pueblos” y a Venezuela le cae como anillo al dedo.
Gracias Sra. Acosta por su certero artículo tan necesitado en un ecuador carcomido por la xenofobia , ignorancia, el egoísmo y la estupidez.