23 noviembre, 2024

Deberes (1)

En esta sección del “Manual de Carreño”, esta vez, como una “nueva adaptación” de “Veta Ediciones”, trata de los aspectos generales del buen comportamiento, de los seres humanos, frente a aspectos que por ser tan comunes, olvidamos quizás que debemos practicarlos; por ej: alguna vez, el Padre A., de Santa Teresita, le solicitó desde el púlpito a un feligrés, que se sacara la gorra que llevaba puesta, -que estaba de moda usarla-, pero que tanto en la iglesia, como en la mesa, son consideradas como un irrespeto, al acto que nos reúne.

Los “patios de comida”, es otro ejemplo de que la gorra, a la hora del lunch, es normal su uso.

En el Parlamento ecuatoriano, los representantes indígenas, asisten a las sesiones parlamentarias con sombrero. Ellos alegan que, es parte de su vestimenta y no se lo sacan, aun cuando en cierta ocasión el Presidente de la A.N., así se lo solicitó a alguna/o de ellos/as.

Entre los deberes para con Dios -creador del Universo- nos dice el autor de esta “adaptación”, -que yo los veo, son muy similares a los deberes que la Iglesia nos enseña, frente a la infinitud y perfección de la creación y de los bienes que en esta vida poseemos y no solo bienes, sino la alimentación que requerimos y disfrutamos, frente a tantos seres humanos que en el mundo carecen de una básica alimentación-. Que debemos ser y estar agradecidos.

Debemos ser entonces agradecidos, por disfrutar de esa creación y de esa alimentación diaria, y por no pertenecer a las estadísticas universales, que solo en la China, alcanza la cifra de 35 millones de personas que mueren de hambre en el gigante asiático.
Debemos, nos dice el “adaptador”, “agradecer a Dios al levantarnos en la mañana y al acostarnos a dormir”, práctica que probablemente se está perdiendo u olvidando.

“Una mirada al firmamento o a cualquiera de las maravillas de la creación o contemplar los infinitos bienes y comodidades que nos ofrece la tierra, bastará para consentir la sabiduría y grandeza de Dios”… , nos dice en otro sector de su obra.

Hablando del firmamento, aquí donde me encuentro, en una terraza al aire libre, observo el firmamento, azul profundo, de extremo a extremo del infinito, sin una sola nube que perturbe su belleza y su grandeza, que me inspira y me anima a seguir escribiendo estas, mis reflexiones sobre la vida, sobre la sociedad, sobre la familia y sobre mis observaciones diarias, que me confirman que Dios existe y que debemos agradecer su existencia y la nuestra.

Que el Señor nos salve y nos favorezca.

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