21 noviembre, 2024

Consejos a mis hijos

Trata a tu mente como a tu computador personal. Saca la basura, quita los programas obsoletos, deja que se inicie cada mañana sólo con los programas elementales. ¡Elimina lo que no usas! Tendrás más espacio y ganarás increíblemente en rapidez. No introduzcas en ella, programas cuyo origen no conoces; evita dañarla con los virus de la ingratitud, la inmoralidad, la crítica, o la corrupción.

No permitas que tu cuerpo se “oxide”. ¡Muévelo! ¡Haz ejercicio! Mantenlo en actividad. Así como tratas a cualquier máquina, que tienes que aceitar y mover sus goznes, debes lubricar con el ejercicio todas las articulaciones de tu cuerpo, para que pueda funcionar bien, por más largo tiempo.

¡Y no descuides tu alma! Así como debes regar con agua fresca tu jardín, así debes regar tu alma con lecturas vivificantes. Así como debes arrancar las malas hierbas, así debes desterrar de ella, las lecturas malas e inútiles y los perniciosos programas que dañan tu alma y tu espíritu. ¡Fortalece tu voluntad!, lucha contra el conformismo, la injusticia, contra la cómoda actitud de dejar que las cosas continúen como están y sé tú el ejemplo de lo más importante: ¡VENCERSE a uno mismo!

¡No juzgues a los demás! Juzga las acciones como buenas o malas, ¡pero no juzgues nunca a la persona! ¡Condenemos el pecado, no al pecador! Recuerda que Jesús no condenó ni siquiera a la mujer adúltera. ¡Todos somos pecadores! Recuerda que Jesús advirtió: “No juzguéis y no seréis juzgados”.

Todos somos importantes en nuestro paso por la vida. Si tú destacas en determinado aspecto, él destaca en otro y todos absolutamente todos, somos  realmente buenos en algo positivo, así como todos también, tenemos algo de malo, que nos hace imperfectos. La persona que consideramos o que se considera la que menos capacidad tiene o la que no destaca absolutamente en nada, puede ser la más perfecta de todos nosotros, pues puede ser la poseedora de la más grande de todas las virtudes, ¡la humildad! ¡Trabaja y sirve a los demás! La Biblia lo dice: “El que no vive para servir, no sirve para vivir.”

¡Basa tu vida en principios, no en valores! Los valores cambian, el dinero deslumbra, pero a la larga no produce sino infelicidad, puesto que ocasiona angustias el miedo a perderlo y destruye la insaciable sed de aumentarlo. Los principios son inamovibles y constituyen un capital que nadie puede robarte. Verdad, integridad, humildad, rectitud de mente, justicia, caridad, honestidad y dominio de uno mismo, son la base de la vida de un hombre digno. Las personas valen por lo que son, no por lo que tienen, ni por su físico. Evita hacer algo malo, no por el miedo al qué dirán si se enteran, sino por el desagrado de que tú ya te enteraste y va en contra de los principios que son tu norma de vida.

Si entras a la vida pública, recuerda y actúa con la integridad de las palabras de nuestro Prócer de la Independencia, Don José Joaquín de Olmedo y Maruri: “El poder público no es una propiedad que se adquiere, no es un fuero, no es un premio que la nación concede; es una carga honrosa y grave, es una confianza grande y terrible, que lleva y consigue grandes y terribles obligaciones. El ciudadano investido del poder no tiene más derecho que el de tener mayores facultades para el bien, y la de ser el primero en marchar por la estrecha senda de las leyes; ni debe proponerse otra recompensa que la esperanza de merecer un día, por su moderación, por su constancia, por su cordial sumisión a las leyes, el amor de sus conciudadanos y la gratitud de la Patria.”

Graba en tu alma, el final de dos maravillosos versos de consejos de  Olmedo: el “Alfabeto para un niño” y “Consejos para la Juventud”, que dicen:

 

ALFABETO PARA UN NIÑO

Estas reglas, hijo amado,
te harán un niño gracioso,
un joven pundonoroso,
un hombre bueno y honrado
y un anciano respetado;
que a sus iguales auxilia,
sus diferencias concilia
con bondad, no con rigor,
y muere siendo el honor
de su patria y su familia.

 

CONSEJOS PARA LA JUVENTUD

Se virtuoso, prudente,
liberal, caritativo,
no avaro, ni vengativo,
ni airado, ni negligente,
antes bien, casto, paciente,
modesto, muy advertido,
siempre a Dios agradecido
y tal que puedan decir
que debieras no morir,
como otros, no haber nacido.

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