En nuestro país el pagar una coima por la agilitación de un trámite es una práctica de muchísimos años, se diría desde que se estableció la República.
En todos los gobiernos se han dado denuncias por cobros de coimas o de comisiones en la ejecución de obras. Los escándalos adquirían el nombre de acuerdo con la Institución, individuo o localización del proyecto a desarrollarse. Ejemplos hay muchos, no obstante, los más grandes han reventado en el Correato.
En la Asamblea se dice por parte de sus miembros que el cobrar diezmo a los asesores y ayudantes de los asambleístas es una práctica desde que existía el congreso. Era un secreto a voces que nadie se atrevía a revelar por el miedo que representaba el perder el puesto.
La corrupción en la década del Correato alcanzó a ciertos Asambleístas, que en representación de su pueblo se jactaban de tener las manos limpias; sin embargo, la extorsión y el cobro a sus asesores para el pago de alimentación, gasolina, peluquería, etc., era una exigencia ineludible.
En los legisladores existe cierta negativa a investigar las denuncias; el tema se lo dilata en base a un falso espíritu de cuerpo, y le tiran la pelota al Contralor y al Fiscal.
La asamblea está en un momento crítico. La imagen a nivel de país y fuera de él es deplorable. La depuración es obligatoria y en ella deben participar los diferentes movimientos políticos.
