Lo único que es más ruin que el engaño, es el cinismo de decirlo y repetirlo, como si fuera una verdad absoluta, e intentar vivir engañando a todos, mintiendo consuetudinariamente en todo lo que se habla o se dice.
Es cierto que puede haber casos en los que la apreciación es equivocada. Entre las anécdotas que presenta Sean Covey en su libro. “las seis decisiones más importantes de tu vida”, menciona a un muchacho perdidamente enamorado de una chica, que decide pedirle que se case con él. Al ir a verla, al llegar a la esquina, la ve a ella en la puerta de su casa, que recibe muy cariñosamente a otro joven. Se queda impactado, sobre todo cuando después de darle un beso y tomándolo de la mano lo lleva adentro de la casa. Resentido y amargado, regresa a su casa, le escribe una carta con todos los sentimientos de dolor, deja el anillo de compromiso que le llevaba, y va a casa de ella, a enfrentarla. Al llegar, ella, muy alegremente le abre la puerta y le dice: “hoy es un día muy especial. Mi hermano, que estaba en la conscripción, acaba de regresar. ¡Ven, para presentártelo!”. Nadie tiene derecho a juzgar a los demás. Un sabio pensamiento dice que “no se puede juzgar a nadie, hasta haber andado con sus sandalias tres días”.
Otro refrán dice: “Desde que se inventaron las excusas, nadie tiene la culpa”, pero sí creo necesario diferenciar la excusa, de la mentira repetitiva y maligna. Está muy bien que alguna persona, no recuerde algo, pero sólo si tiene un ataque severo de amnesia, puede olvidar absolutamente todo. Si usted está en un puesto público donde tiene que responder por sus acciones, no puede darse el lujo de decir que se olvidó de todo. Es su obligación recordar todos los actos de su actuación. Ésta es la única forma decente que tiene usted de defenderse. Cada vez que usted emplea la frase “no recuerdo”, o “no recuerdo a fulano”, sobre todo, si ha elogiado a esa persona queda, ante las personas que lo escuchan, como una persona falsa y mentirosa. El hombre que es honesto, tiene palabra… ¡y la cumple! A inicios de la segunda década del siglo pasado, la palabra, valía más que un papel firmado. ¡La honestidad era la regla! Es una pena que esta forma de proceder se haya ido diluyendo con el tiempo.
Deja mucho que desear la forma de proceder de las personas que gobernaron el país en el período anterior, y preocupa aún más viendo que varios de ellos están aún en el poder y que hacen todo lo humanamente posible por dificultar la labor de la justicia. ¡Esto los hace cómplices de los acusados! Impedir o dificultar la acción de la justicia, los hace encubridores y los deja ante la opinión pública, como personas que han sido parte del atraco, que han recibido su buena comisión por hacerse de la “vista gorda” y permitir el robo de los otros.
En verdad, repugna el concepto que tienen de ellos mismos. ¡Quién se vende por un millón es igual al que se vende por 10 centavos! ¡Ya tiene su precio! Si su moral es tan baja que puede ser comprada al precio que sea, esa persona enloda su apellido, enloda a su familia y enloda todo lo que toca. Para esa gente, lo único que tiene valor es el dinero, no importa su origen, ¡lo único válido es poseer! Son como las ratas inmundas de cloaca, a las que no les importa vivir en un estercolero y revolcarse en el magma de inmundicia al que los atrajo el flautista que los embobó con la música de su corrupción.
¡Debe haber un regreso a los principios! Hay desafortunadamente, gente entontecida por el dinero, a la que no le importa ni su nombre, ni su familia, que por tenerlo, no miran el daño a la sociedad, ni a su nombre ni a su familia y acepta involucrarse en drogas, estafas, mafias o contubernios, para lograr dinero fácil. Para ellos, su dios es el dinero y la fama, pero a Dios gracias, también hay una mayoría, para quienes su familia, el apellido y sobre todo la conciencia, nos impide degradarnos a esa vorágine de corrupción, de robo, de favoritismos, coimas y cuanta porquería vemos que puede llegar a haber, cuando ese afán de enriquecimiento cala en el alma y destruye la mente y el corazón. Sólo el trabajo honesto es la única fuente de ingreso digna. Ojalá llegue a nosotros algún Gobierno que en vez de pensar en bonos y promesas falsas o medio cumplidas, ofrezca ayuda para el estudio, el emprendimiento sano, para fomentar el trabajo, permitiendo, con salario digno, el crecimiento del país, del campo y de la industria. ¡Nuestros jóvenes lo necesitan!
Felicitaciones mi distinguido doctor. Clarísimo su comentario. De acuerdo con todo. Agregaría algo muy importante para regresar a los tiempos de la honra, la dignidad, la honestidad, el trabajo honrado, el respeto y los principios. Debemos educar. Educar desde cero a las familias para que enseñen bien a sus hijos. Que éstos más tarde sean buenos maestros o profesores en las escuelas y con sus propios hijos para ir multiplicando esa educación sana. ¿ Cómo pretender enseñar en casa o en el colegio, si los padres y los profesores son corruptos? Los mismos padres les enseñan a ser corruptos a sus hijos dándoles coimas, dinero, objetos de valor a sus profesores para que los pasen de año? Ese padre y ese profesor están enseñando la maldad. De allí derivan una serie de actuaciones sucias e indecentes de algunas pobres madres que tampoco tuvieron una buena enseñanza porque fueron abusadas por sus profesores o conocidos, parientes lejanos y/o cercanos que nunca fueron sancionados y por supuesto nunca reparado el daño mediante algún programa de ayuda social para ese niño o adolescente que sufrió la desgracia de la mala enseñanza en carne propia con todas sus secuelas. ¿ Cómo pretender enseñar el buen camino si tenemos que los medios de comunicación están invadidos por políticos CORRUPTOS, que están pregonando y gritando a los 4 vientos que pueden robar a manos llenas haciéndose millonarios a costa del sacrificio de los sobrevivientes honrados sin rendir cuentas a nadie? Cuando no se los castiga por sus actos, pasamos a ser cómplices de estos CORRUPTORES. Les estamos permitiendo contaminar y maleducar a nuestros hijos. DEBEMOS ESTRUCTURAR CAMBIOS QUE NOS CONDUZCAN A MEJORAR LA EDUCACIÓN EN TODOS LOS ESTAMENTOS Y NIVELES SOCIOECONÓMICOS, EN LAS FAMILIAS, ETC.
Estimado Oscar:
Completamente de acuerdo. Muchas gracias por su comentario.
Yo llamo a esta época, el tiempo del TANGO. por la razón que tuvo Enrique Santos Discépolo al escribir el Tango «Cambalache» y «Las cuarenta» de quien no recuerdo el nombre del autor de del otro tango que describe el tiempo actual: «Con el pucho de la vida apretado entre los labios, la mirada turbia y fría, un poco lento el andar, dobló la esquina del barrio, curda ya de recuerdos, como volcando un veneno esto se le oyó acusar. Vieja calle de mi barrio donde dado el primer paso, vengo a vos cansado el brazo en inútil barajar, con una daga en mi pecho, con mi sueño hecho pedazos……»
El mundo cambió, ¡desafortunadamente! y creo que lo que lo cambió es la indiferencia humana de lo ocurrido en los últimos 50-80 años. Como dice Cambalache: … lo mismo un burro que un gran profesor… los inmorales nos han igualado», o como dice Las cuarenta: «… Aprendí todo lo malo, aprendí todo lo bueno, sé del beso que se compra, se del beso que se da, del amigo que es amigo siempre y cuando le convenga y sé que con mucha plata uno vale mucho más…»
Cambiar esto, ahora es muy difícil. Pero lo peor que se úede hacer es dejar que el mundo siga rodando. A lo mejor, de tanto hablar en algún momento podamos enderezar el tumbo.
Un fuerte abrazo
JFGR