La Revolución Ciudadana, versión criolla del SSXXI, captó todo el poder político y judicial en el orden nacional por diez años y a la par se constituyó en el máximo poder económico del país. Correa perfiló ese protervo andamiaje para de una forma u otra permanecer indefinidamente al mando del país. Bajo sus designios se posesionó a Moreno, actor y testigo de todo lo actuado a lo largo de una década, pero su asunción al poder acabó constituyéndose en una gran pérdida de hegemonía política ante el regreso de capos rezagados en su momento por el propio Correa. La ausencia del líder desencadenó entonces una lucha por mantener derechos adquiridos entre los que habían sido y querían seguir siéndolo, los nuevos que intentaban desplazar a los que fueron y pretendían formar sus propios feudos, y los pocos que ingenuamente llegaron con la pretensión de establecer nuevos paradigmas de honorabilidad en la función pública.
El tema de fondo radica en que mientras Carondelet cantinflescamente pregona un inclaudicable combate a la corrupción, las evidencias apuntan un estado de putrefacción gubernamental comparable al que se intenta derrotar. El mal adquirido poder económico es consecuentemente la contraparte de una corrupción sistémica que sigilosamente soporta a un Gobierno políticamente al borde del colapso, sin credibilidad alguna, peligrosamente sobreendeudado, carente de brújula y con apocalípticas perspectivas para una sociedad desahuciada por el socialismo. ¿Cuánto tiempo más aguantará el Ecuador?
El título no podía haber sido mas correcto y mas atino con el artículo. Lo suyo es una verdadera radiografía hablada o más bien escrita, gracias. Lo que nunca se entenderá es como así mucha gente “ informada” no vieron esto desde el primer día? Un saludo.