No pueden los hermanos indígenas confabularse para el fin de la patria de las Manuelas, Espejo, Olmedo, Montalvo y Mera, quien luchó por la abolición del concertaje, la discriminación de la mujer […]
De una noche de destrozos y vandalismo 👹😈 a una de dulces y disfraces 🍬🍭 Esta es la historia de cómo nació una de las tradiciones más populares de Halloween:
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El “burkini” debe desaparecer de las playas occidentales, porque nunca nadie ha ido a bañarse con una indumentaria tan contraria a la tradición europea. Lo han dicho los líderes franceses, desde Lepen hasta Manuel Vals: Las mujeres que se ponen el burkini se degradan a sí mismas, y constituyen un insulto a la mujer occidental. Y es que nada bueno podemos esperar de la civilización musulmana, esa religión de ignorantes, incivilizados e incompetentes desguazados por el terrorismo. El argumento es sencillo: si aceptamos que se imponga el “burkini”, después vendrá la oración del viernes, y la imposición del burka a las mujeres, y Europa acabará convertida al Islam. Somos nosotros -y nuestra cultura-, o son ellos, y la barbarie.”
“Los toros constituyen una fiesta sagrada en nuestro país. Deben seguir manteniéndose al tratarse de una tradición que se remonta a siglos de historia. Si eliminamos los toros, estamos eliminando parte de nuestra historia, y si estamos destruyendo parte de nuestra historia, con ella va nuestra identidad como sociedad y cultura y en último término también la de nosotros mismos. Y nadie quiere destruirse a uno mismo, excepto estos nuevos grupos de ecologistas, gente por lo general ignorante y “perroflautas” de última generación. Estos son los mismos que por cierto, no dudan en condenar a un niño a punto de nacer mientras que lloran porque un lince haya sido atropellado en una carretera. ¿Qué loco se puede poner a favor de estos ecologistas que conceden más importancia al derecho de los animales que al de las propias personas? ¿Qué tipo de personas son estas, cuando alguna de ellas llega a insultar a los toreros y reírse de su muerte en las plazas?
Pero además, son la fiesta de los toros las que permiten que la raza del toro bravo se mantenga con vida. Una contradicción fragante para los ecologistas. Por un lado, defienden que se salve la vida del toro bravo, pero por otro, condenan la fiesta que permite que el toro bravo se preserve en nuestras dehesas. Si la fiesta nacional florece, el toro vivirá. Sin embargo, si dejamos que la fiesta muera, entonces el toro desaparecerá también con ella. No hay entonces alternativa posible, o permitimos que se mantenga la fiesta de los toros, o condenamos al toro bravo a su desaparición definitiva.”
El “burkini” debe desaparecer de las playas occidentales, porque nunca nadie ha ido a bañarse con una indumentaria tan contraria a la tradición europea. Lo han dicho los líderes franceses, desde Lepen hasta Manuel Vals: Las mujeres que se ponen el burkini se degradan a sí mismas, y constituyen un insulto a la mujer occidental. Y es que nada bueno podemos esperar de la civilización musulmana, esa religión de ignorantes, incivilizados e incompetentes desguazados por el terrorismo. El argumento es sencillo: si aceptamos que se imponga el “burkini”, después vendrá la oración del viernes, y la imposición del burka a las mujeres, y Europa acabará convertida al Islam. Somos nosotros -y nuestra cultura-, o son ellos, y la barbarie.”
“Los toros constituyen una fiesta sagrada en nuestro país. Deben seguir manteniéndose al tratarse de una tradición que se remonta a siglos de historia. Si eliminamos los toros, estamos eliminando parte de nuestra historia, y si estamos destruyendo parte de nuestra historia, con ella va nuestra identidad como sociedad y cultura y en último término también la de nosotros mismos. Y nadie quiere destruirse a uno mismo, excepto estos nuevos grupos de ecologistas, gente por lo general ignorante y “perroflautas” de última generación. Estos son los mismos que por cierto, no dudan en condenar a un niño a punto de nacer mientras que lloran porque un lince haya sido atropellado en una carretera. ¿Qué loco se puede poner a favor de estos ecologistas que conceden más importancia al derecho de los animales que al de las propias personas? ¿Qué tipo de personas son estas, cuando alguna de ellas llega a insultar a los toreros y reírse de su muerte en las plazas?
Pero además, son la fiesta de los toros las que permiten que la raza del toro bravo se mantenga con vida. Una contradicción fragante para los ecologistas. Por un lado, defienden que se salve la vida del toro bravo, pero por otro, condenan la fiesta que permite que el toro bravo se preserve en nuestras dehesas. Si la fiesta nacional florece, el toro vivirá. Sin embargo, si dejamos que la fiesta muera, entonces el toro desaparecerá también con ella. No hay entonces alternativa posible, o permitimos que se mantenga la fiesta de los toros, o condenamos al toro bravo a su desaparición definitiva.”