21 noviembre, 2024

Ni mucho que queme al Santo…

… ni poco que no le alumbre! Uno de los problemas más grandes de las democracias, es la tendencia a poner el badajo de la campana, en el otro extremo. ¡Pasamos de la derecha radical a la izquierda extrema… y viceversa! Es como si el medio no existiera.

Soy un firme convencido de la libertad. ¡El hombre no nació para ser esclavo! El libre albedrío, basado en el respeto a los demás, es básico para vivir en comunidad. La prepotencia, la imposición, el abuso, el maltrato, son las armas de destrucción más mortíferas para la buena convivencia. Se peca por los dos extremos: El exceso de permisividad también es nocivo, porque permite el abuso de unos sobre otros, e impide la vida en comunidad.

Lo mejor es el equilibrio. Como lo dijo magistralmente en “Mi retrato”, escrito a su hermanita menor, Magdalena, el Prócer de la Independencia del Ecuador, Don José Joaquín de Olmedo: “En vicios y en virtudes, pasiones y talentos, en todo, ¡vida mía! en todo guardo un medio: sólo, sólo en amarte, me voy hasta el extremo.” El aprender a aceptar que somos diferentes, que pensamos diferente, y no es cuestión de quien tiene o no la razón, sino de convivir en paz, sin que nadie abuse de los demás.

¡Por algo existen las leyes! Lo grave es cuando se exige que todo sea reglado. El exceso de leyes también es malo, porque no todo es bueno o malo. Saber guardar, como lo dice Olmedo, el medio, es lo importante. Respetar a los demás, respetarse a uno mismo. Aceptar el pensamiento de otro, no es estar de acuerdo con él, es muestra de respeto. Lo que está mal, es el querer imponer al otro mi forma de pensar. Eso habla de intolerancia. Las reglas del juego son claras: no robarás, no matarás, etc. Si todos nos respetamos, si respetamos las reglas morales y las leyes, podemos vivir en armonía y ser felices. El que trasgrede la ley, el que abusa de la ingenuidad o la inocencia del otro, está rompiendo el esquema y merece sanción.

Un Gobierno que quiere exigir que todos sus habitantes actúen o hagan las cosas de determinada manera, está condicionando a sus habitantes a llevar una determinada forma de vida. Las bases morales son conocidas por todos y deben ser respetadas por todos. En todo Gobierno opresor, la ideología que se sigue es la del tirano que gobierna, y por eso es malo el querer exigir a todos un mismo comportamiento, yo puedo querer algo diferente a lo que el Gobierno quiere de mí. Como ejemplo podemos poner el deseo del Gobierno anterior de exigir que los jóvenes sigan determinada profesión. Si mi afinidad es diferente a la que el Gobierno quiere que yo siga, tengo el derecho a decidir lo que yo quiero estudiar, o lo que quiero ser.

¡No dejarse apabullar! El hombre es libre y debe tener libertad para actuar como le parece, siempre y cuando respete a los demás, se respete a sí mismo, respete las reglas morales y las leyes. Todo signo de imposición u opresión habla de abuso y habla de prepotencia y acciones propias del más vil de los vivientes. Esta clase de individuos no deberían ser catalogados como seres humanos.

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