Desde el primer dia en que te conocí, siempre estuviste dentro de mi, y lo estarás por el resto de mi vida, hasta cuando cierre mis ojos para siempre, pero en mi tumba, como lo dijo el Poeta: “Hasta en la tumba te amaran mis huesos”.
Fuiste mi ilusión, mi esperanza, mi consuelo, mi compañera inseparable, mi guia y mi supervisora perfecta. De vez en cuando, creo que exageras, pero siempre tienes, finalmente la razón.
Te adelantabas a los tiempos, casi como intuías lo que vendría después. A nuestros hijos los sentías cuando llegaban a casa, cuando estaban en sus épocas de fiestas y reuniones, con minutos de anticipación -antes, mucho antes que tocaran el timbre de la casa o al abrir la puerta cuando les entregábamos las llaves para que solos administren sus salidas y sus retornos a casa.
Fuiste la confidente de tus tres hijos. Era contigo con quien hablaban largos horas contándote sus decisiones a la hora de definir sus destinos, sus amores, sus rompimientos, sus empleos, sus estudios, sus decisiones matrimoniales.
Tu, después me las contabas. Quisistes mucho a mi madre y como consuegra armonisaste y armonisas con ellas, como si las hubieses conocido toda la vida.
Eres todavía el centro de referencia y de reuniones con mis familiares directos, tus sobrinas/os políticos, y sobrinos/as nietos/as políticos, reconocen en ti, tus cualidades y tus expertises, incluyo a mis hijos/a, y nueras/yerno; en moda, en decoración de interiores, y en reuniones familiares.
Eres un solo puño con tus hnas./os, pese a la distancia, -unas/o, viven en Machala, otra en el exterior, unas en Guayaquil y otro, en la Costa, en la Ruta del Sol. Compartes con ellas/os sus momentos más importantes -casamientos, logros académicos o comerciales y cumples en la medida de tus posibilidades, con todos/as ellos/as.
Tus amigas te quieren, te respetan y reconocen tus virtudes, igual las amigas de la infancia, las del colegio y las que, por razones circunstanciales, formaste con nuevos grupos de amigas en tu vida. Al igual que con mis parientes, amigos y compañeros de toda una vida.
Eres organizada, entusiasta, manejas el dinero con prudencia y medida, para no fallar en los pagos del mes a mes, en casa, en los almacenes o en las tarjetas de crédito.
Sufres, por las necesidades económicas de tus más allegados y sobre todo hoy, que ya a nuestros años, empiezan aparecer las enfermedades, achaques y cirugías necesarias, leves o complicadas, al igual que cumples con quienes pasaron a mejor vida, para darles el abrazo de consuelo, a quienes lo necesitaban, cuando transitaron por una situación dolorosa.
Tus manos tienen un arte especial, unes con precisión, metros de telas a cada parte del cuerpo de tus clientes -que no son muchas- pero que son elegantes y exigentes,- pero confían a ciegas en tus destrezas.
Cuando era la época de la boda de nuestra hija, no te temblaron las manos para hacerle su vestido de boda.
Recuerdo, mi hija Ma. Fda., te llevo un recorte de una revista especializada de vestidos de novias, éste me gusta, te dijo, y se lo hiciste sin dudar, al igual que, a tus otras sobrinas, era tu regalo de boda, que algunas, en la prueba fotográfica, antes de la ceremonia religiosa, lloraban de la emoción, al verse al espejo, lo bien que les quedaban.
No se cuantas más virtudes, puedo resaltar de tu persona, ya la memoria me es ingrata y se me olvidan tantos momentos alegres, o dolorosos que vivimos, tantas angustias y recelos, tantas dichas y viajes, unos por razones de salud de mi nieto, otros por estudios, otros por placer.
En todos esos lugares captastes con rapidez idiomas que desconocías y tus hijos, jamás estuvieron descuidados, eran impecables.
Cómo impecables vistes a diario, siendo también un referente reconocido de tus familiares y amigos/as.
Lloraste con tus hijos, cuando fue necesario acompañarlos en sus angustias y momentos duros que nunca faltan en la vida de solteros o de casados, por causa de problemas en sus vidas. Los guiastes con cariño desde niños hasta hombres, y a tu hija hasta su matrimonio, pero les diste la necesaria independencia para la toma de sus decisiones trascendentales y las aceptastes, sin resignación, con tristeza o con alegría, dependiendo de la situación que sólo a ellos les competía decidir.
Fuiste, mi compañera inseparable y todavía me cuidas y supervisas “como si fuera un niño”.
Me alegré, me alegro y me alegraré toda mi vida de haberme casado contigo.
Se que nunca lo has dudado, pero si algun dia te atormenta, esa idea, recuerda siempre que: “Eres, has sido y lo serás, “UNA VIDA EN MI VIDA”.
Te amo y te amare toda mi vida, y en la tumba fría, te amare mas, todavia.
Nunca, esta demas un perdón, si acaso, en algún momento de mi vida, te falle. Los hombres somos asi, solo los santos están en los altares, los seres comunes, somos imperfectos, pero siempre hay un momento para el perdón y el olvido.
Tu, recuerda sólo los momentos felices que hemos vivido.
A esta altura del partido, nos quedan aún nuestros nietos/as, que serán con seguridad, los que endulzarán nuestros vidas los próximos años, pequeñas vidas, muchos/as de ellos/as todavia, cuyos espacios nunca te perdiste; bien sea en sus iniciales baños, en su tinita o después en casa en sus visitas.
Los asististe, les diste de comer a casa uno, de acuerdo con su edad, los bañaste y los entretuviste y los cuidaste, cuando pedían quedarse en casa, alguna noche.
Fuiste, como abuela, tan generosa, como madre o esposa, al igual que como hija, hermana, prima o tía. No hubo para ellos distingos ni preferencias, a todos los quisiste y los quieres por igual.
Que Dios te bendiga y nos acoja a su lado hasta la eternidad.
Es esto lo que quería decirte hace mucho tiempo y de manera especial en nuestro 50 Aniversario.
Esta, es la última Carta que escribiré, en el presente año, guárdala como testimonio personal y recuérdasela a mis hijos/a, a mis nietos, a mis familiares y amigos, cuando me haya ido, para que recuerden o conozcan lo mucho que te quise.
Éstas, no son solo palabras, son verdades, que sólo tú las conoces.
FELIZ ANIVERSARIO. !!!!!!!!!