Investigadores de la Universidades de Yale (Estados Unidos) y Oviedo (España) han descifrado que los genes del Solitario George, tortuga gigante que habitó en las Islas Galápagos de Ecuador, poseía una serie de variantes relacionadas con la reparación del ADN, la respuesta inmune y la supresión del cáncer que no están presentes en vertebrados de menor expectativa de vida.
Según el artículo publicado en la revista Nature Ecology & Evolution, los investigadores han resaltado que las tortugas gigantes de la especie de George han desarrollado copias adicionales de genes que refuerzan el sistema inmunológico del animal o desactivan otros que protegen de enfermedades asociadas a la vejez, como la diabetes.
Por otra parte, el estudio también ha analizado la resistencia de estos quelonios a dolencias como el cáncer, ya que, a pesar de su tamaño y longevidad, las probabilidades de padecer esta enfermedad son menores gracias a los supresores de tumores que se ha mostrado más extendidos que en otros ejemplares de menor tamaño.
En este contexto, los expertos han encontrado alteraciones específicas de la tortuga gigante en dos genes cuya sobreexpresión es conocida por contribuir al cáncer.
Estos hallazgos podrían apuntar a un mecanismo de cáncer específico de las tortugas gigantes ya que los tumores son muy raros en estos animales. Por esta razón los científicos han apuntado hacia nuevos estudios para determinar si estas características genómicas se pueden asociar con el desarrollo de tumores, ha señalado el artículo.
El estudio ha indicado que, se han encontrado similitudes al comparar el genoma de esta tortuga con el de personas centenarias.
De acuerdo a Víctor Quesada, bioquímico de la Universidad de Oviedo y coautor del estudio, “siempre tenemos la intención de que este conocimiento ayude en las terapias con humanos, aunque no preveemos que se pueda utilizar a corto plazo”.
El experto ha advertido que es probable que todo este conocimiento se aplique en estudios relacionados con la longevidad animal.