Año Nuevo es un buen momento para hacer promesas, la mayoría hemos tomado suficiente champagne como para prometer cualquier cosa y luego no cumplirla y echarle la culpa al champagne. Sin embargo, es un buen momento para revisar lo ocurrido el año anterior y fijar nuevas metas para el año que viene.
En esta sociedad nuestra se hace tanto énfasis en derechos y tenemos a los abogados para que nos defiendan en los tribunales. Una vida sustentada en derechos es siempre una vida insatisfecha y a veces angustiante. Los derechos son infinitos y mientras más rebuscamos, más derechos salen y como es imposible que logremos satisfacer todos, no estamos contentos. Muchos están amargados, tristes, incómodos porque no se les reconoce todo lo que ellos quieren que les sea reconocido.
Para este nuevo año propongo que más que fijarnos en derechos, fijarnos en deberes. Preguntarnos primero, ¿cuáles son mis deberes hacia mí? Allí surgirá: tener un buen estado de salud, hacer ejercicios, comer bien, no abusar de nuestro cuerpo. ¿Estoy cumpliendo mis derechos hacia mí, y me olvido de ellos.
Luego es el momento de examinar los deberes hacia los que amo: hacia mi cónyuge, hacia mis hijos, hacia mis nietos, hacia mis parientes cercanos. ¿Cómo me comporto hacia ellos, los apoyo en sus necesidades, los escucho, les doy mi tiempo?, no solamente mi dinero.
Luego mis deberes hacia el resto, hacia todos aquellos que me rodean: ¿los trato bien, soy amable con ellos, los escucho, les extiendo una mano cuando lo necesitan?, ¿la gente alrededor mío qué piensa de mí? No solamente que soy inteligente o exitoso, sino también que soy un soporte para ellos. ¿Es así?
Naturalmente, se puede hablar de deberes mucho más amplios, hacia la sociedad, hacia el planeta, es fácil hablar sobre ellos porque no es mucho lo que tenemos que hacer para cumplirlos.
Yo pienso que si cumplimos los deberes hacia nosotros, hacia los que amamos y hacia los que nos rodean, esa será la mejor manera de cumplir nuestros deberes hacia la sociedad y hacia el planeta.
Sería bueno que escribiésemos esos deberes en forma resumida, sin mucha palabrería, y los releamos todos los días a ver cómo nos va. Ojalá nos vaya bien, porque cumplir deberes nos produce una profunda satisfacción interior, nos ilumina por dentro. Tenemos pues que hacer nuestro mejor esfuerzo para cumplirlos por lo menos la mayor parte de las veces.
Decimos que buscamos la felicidad y realmente la felicidad nos viene por cuando cumplimos con nuestros deberes.