Lenin Moreno es el producto político más —y mejor— clonado de la revolución ciudadana. En realidad, es una creación genética nacida de auténtico vientre izquierdista, luego adoptado por el correismo para adaptarlo como alguien capaz de incorporar a su desempeño, toda la gama de factores que hacen posible esa simbiosis, entre dolorosa y dramática, entre pública y privada, que protagoniza diariamente.
Precisamente esta característica única y exclusiva en él, provoca que muchos no entiendan su verdadera naturaleza. Y mientras para unos —los ortodoxos del correato— deviene traidor; para otros —los que han sabido aprovecharse del “buen vivir”— resulta ser un mandatario innovador.
Y yo creo que no es ni traidor ni innovador; porque cualquier encasillamiento en que se lo pretenda ubicar, termina siendo parte del peligroso maniqueísmo que agobia a Ecuador. Me explicaré:
Moreno tiene un sitio en la historia nacional: evidenció toda la perversa maquinaria de corrupción e impunidad que Correa edificó institucionalmente en el Estado. Claro que una cosa es evidenciar. Y otra es desmontar lo construido. Pero sin lo primero no hay lo segundo. Y nadie, ni el más feroz opositor ni el más fino calculador de oportunidades, habría podido hacer lo que Moreno ha hecho en esta materia. Es que un país odebrechteado como el que recibió, fácilmente pudo haberse enredado en un olisqueo promiscuo para engañarse diciendo que así, al olfato, es posible descubrir a los corruptos. Ese olisqueo puede fácilmente confundir efectos y causas; y montar por ejemplo, una Comisión contra la Impunidad, para meterle mano a unos pocos aprovechados de los fondos públicos, sí; pero a riesgo de que una especie de histeria colectiva anticorreista, deje impunes a los más importantes. A los que manejaban y manejan todavía el sistema. Por ahí anda la cosa.
No sé si por su visión cuántica, Moreno parece confundir lo espectacular con lo inmediato. Y hemos visto cómo ha tenido que salir chapoteando de un espeso lodazal al que ha sido empujado, o se ha dejado empujar, por algunos de sus cercanos colaboradores. El ejemplo más claro es el de las pretendidas privatizaciones. La pregunta que sigue flotando en el ambiente, es por qué en una crisis económica como la que vive, el gobierno es reacio a conformar un Programa Económico coherente de cortísimo plazo, para ordenar las finanzas públicas. Incluso da la impresión de que está esperando al FMI con la cabeza puesta en la guillotina. Y también tengo la impresión de que su ministro de economía es rehén de intereses encontrados, por lo que podría terminar también chapoteando, desorientado entre deuda y déficit; entre privatizar y disminuir el gasto público insostenible, entre FMI y créditos chinos. Pero en fin, lo que me queda claro es que Moreno se está reservando la última palabra en esta materia; y que sabe más de lo que aparenta. Por eso creó los gabinetes sectoriales. No para resignar sus facultades, sino para controlarlas mejor y descargar las responsabilidades cuando llegue la hora.
A Don Lenín sus partidarios y adversarios le exigen que gobierne más. Que haga algo más que declarar, para salir de la crisis. Y muchos de quienes así le exigen, en el gobierno de Correa no decían ni pío para reclamar los irredentos maridajes entre lo público y ciertos aprovechadísimos sectores privados. Me parece que deben tener cuidado con lo que le piden. No solo porque las alternativas a Moreno casi no existen como realidades factibles en lo económico, político y social. Sino porque en este laberinto, hay un Fauno que espera…
Moreno es un clarísimo continuador de las políticas de construcción del estado socialista pero con mejor voz( engolada) aunque con las mismas malsanas intenciones. Yo , en esencia, no le veo gran diferencia, es el mismo circo con los mismos payasos .
EXCELENTE ANALISIS! en pocas palabras, chocolate espeso, re claro, al buen entendedor, pocas palabras! SEGUIMOS ENTUCADOS, hasta no liberar del CNE y la CORTE, TODOS los rezagos de la BANDA QUE GOBERNO y desafortunadamente GOBIERNA nuestra querida banana republic!