21 noviembre, 2024

El extraño caso de una noche entre tantas

Solo en su habitación, el desdichado daba vueltas sobre lo que el dominaba «zona de confort» o muchas veces «injusticia» o hasta algunas ocasiones «bendición». No sabía que hacer, su mente estaba en constante actividad, para él estar sin realizar algo, era provocación para su espíritu.

Quería plantearse su vida como la tenía por dentro. Por fuera, una selva de cemento, parafraseando a Héctor Lavoe, por dentro una extensa área verde, llena de los más preciosos árboles de los cuales no sabía sus nombres, gran variedad de animales amigables, de los cuales tampoco sabía los nombres, sonidos ancestrales y celestiales, los cuales no sabía etiquetar.

Para no perder aquella fantasía, prefería no adentrarse mucho, pues sabía que el final podía estar cerca. Existía la posibilidad de perderlo todo, con algún ermitaño cascarrabias, con ganas de exterminar lo que conocía como su espíritu, quizás ese era él, por ende, optaba por tenerlo guardado.

Al momento de regresar a la tierra, se dio cuenta que seguía siendo el mismo. Su espíritu de lucha, cada vez claudicaba más, hoy sería igual que ayer, aunque no deje de moverse. Al inclinar su cuerpo, se percató que una invitación había llegado «te espero hoy, a una noche entre tantas». Con la decisión de disipar todos los pensamientos que  lo oprimían, decidió asistir.

Llegó, vio, observó, analizó lo que estaba ocurriendo. Para aquel individuo era emocionante salir a divertirse, pero más emocionante era regresar y descansar. Cuando su cuerpo pedía regresar, lo hizo. Pero no sabía que entre tantas noches como esa, justo en aquel momento, la magia de la vida iba a aparecer. Dos cuerpos se unían para la eternidad, o eso dice la promesa, y èste, triste por perderse la imagen de una golondrina, cerro los ojos y voló a su espíritu.

 

Artículos relacionados

Chisme y Juzgamiento

El chisme o habladuría es el dar paso a una murmuración sobre otra persona o lo que se supone que ella dijo o hizo. Este chime sólo puede ser malintencionado, pues nadie debe seguir una murmuración de ninguna manera, y peor sin estar seguro de su veracidad.

Los seres humanos, como ya lo dijo Jesucristo hace dos mil años, tenemos tendencia a buscar la pajilla en el ojo ajeno, sin notar la viga que tenemos en el nuestro, y si es factible, para darle más credibilidad o sazón, añadimos algo nuestro, inventado.

Ya de por sí el chisme es malo porque lleva la intención de hacer daño, pero peor es el juzgamiento que acompaña al chisme. Muchas veces ese juzgamiento lleva a condenar a una persona o a una causa, por el simple hecho de murmurar en contra o acerca de ella. El juicio, por lo general, es condenatorio. Quita el beneficio de la duda.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×