¡Al de ayer, hoy y siempre! Casi eterno en el transitar de los siglos: cuya subsistencia depende de cuanta trascendencia tiene en la vida de sus alumnos, como seres humanos.
Y es justo, en el presente del siglo XXI, cuando tiende a su deprecio, al dejar de lado su rol más importante de educador, que significa formador, en la relación mental-espiritual de sus alumnos.
-Eso era antes- Me dijo alguien, -hoy necesita vivir el presente ante los nuevos conocimientos del siglo-
Es verdad esto de los nuevos conocimientos, que nos exige a los maestros estar en preparación continua para enfrentar las innovaciones, por ahora, dentro del campo -informático, que es infinito.
Y ahí es, justamente, donde hace falta el maestro para convertir ese mundo infinito de la información, en conocimiento esencial para sus alumnos; lo que depende no solo de su capacidad intelectual, sino también de su habilidad didáctica: ejerciendo su rol de educador que va más allá de las innovaciones científicas y académicas de este y todos los siglos.
Lo que significa que, sobre las verdades científicas cambiantes, están los valores humanos eternos, que hoy deben ser revalorizados por los maestros como educadores de sus alumnos. Y aquí algo, que ya lo vengo sosteniendo:
No confundir revalorización con actualización, como equivocadamente lo toman ahora. Pues creo que lo bueno será siempre bueno, como lo malo será siempre malo; aunque “los modernos” en desprecio de “los viejos” les dan otro significado. Pero la esencia de ello no varía, ni aún revestida de sofismas y muchos etcéteras más…
Por lo que este 13 de abril – ¡Día del Maestro ecuatoriano y yo también como tal! ¡Comprometámonos a no declinar nuestro papel preponderante de educadores como formadores de la parte humana de nuestros alumnos!