3 lecturas sobre Assange

La decisión del Presidente Moreno, de echar a Julian Assange de la embajada de Ecuador en Londres, merece por lo menos 3 lecturas para entender la trascendencia del hecho:

PRIMERA: Ecuador ha recuperado su embajada en Londres.
La ocupación de embajadas, fue uno de los procedimientos que grupos insurgentes utilizaron para chantajear y lograr demandas, como la liberación de sus camaradas detenidos; o plantear reivindicaciones de diverso contenido. Son emblemáticas la toma de la embajada de Estados Unidos en Irán, (1979); y la de la residencia del embajador de Japón en Lima (1996) por militantes de un grupo terrorista.

Pero nunca había ocurrido que alguien, al mando de una organización especializada en capturar y difundir información delicada de los gobiernos —en especial de Estados Unidos— ocupara una embajada bajo la figura de solicitar asilo político. Y eso fue lo que hizo Assange con Ecuador: se tomó su embajada en Londres, para convertirla en cuartel general de Wikileaks y, desde ahí, intervenir en los asuntos de Estados amigos.

SEGUNDA: El socialismo del siglo XXI, ha perdido su principal cabeza de puente en Europa.
Todas las actividades de Assange estaban orientadas a utilizar su poderosa red de información, como una herramienta de presión para chantajear a las democracias occidentales. Así se explica su connivencia con Putin y esa rara relación triangular que en la campaña presidencial de Estados Unidos, promovió con Trump. Los planes de convertirse en alternativa a las democracias occidentales, partiendo de crear un contrapoder basado en poderosos recursos informáticos, son parte del menú que el franquiciado socialismo del siglo XXI baraja a nivel mundial. Pero el requisito consistía en tener en una embajada —mejor si ésta era, la de un país “insignificante”— su cuartel general, para operar con impunidad garantizada y con la comodidad que una cárcel no le puede ofrecer.
Esa pérdida es lo que explica el lamento de esa oscura intelectualidad que se dice izquierdosa, y que ha penetrado a organizaciones como la ONU. Y explica también la iracundia correista contra Moreno, el sucesor que Correa escogió. Lo de la traición no es un mero decir: va más allá de lo doméstico.

TERCERA: Tan grave es hacer sonar la flauta por casualidad, que la casualidad de no saber por donde suena la flauta…

Creer que lo de Assange es un episodio entre hilarante y trágico de la pelea de Moreno y Correa, es ignorar que lo apremiante estriba en desmontar todo el modelo socio económico y político, que el correismo pretendió imponer en Ecuador desde 2007. Es que frente a la tozudez maniquea de etiquetar como correista o morenista los caminos de la República, ha menester enarbolar el objetivo de regresar a la institucionalidad democrática que la Constitución de Montecristi trastrocó. Tal trastrocamiento fue el que permitió por ejemplo, que en la Cancillería se sustituyeran supuestas momias cocteleras, por gente que hizo de la trashumancia su carta de presentación ideológica. Y terminaran convirtiendo a la diplomacia ecuatoriana —narcovalija y Assange de por medio— en agentes de lo que ellos consideran como el antimperialismo mundial, a lo Chávez, a lo Maduro, a lo Castro…

Tan grave es hacer sonar la flauta por casualidad, como la casualidad de no saber por donde suena la flauta.