La llamada “operación libertad” que pondría cese a la usurpación de Maduro, se convirtió al final del día, en la operación libertad de Leopoldo López, cesándolo de su prisión. De la calle, donde el líder opositor apareció para sorpresa de los venezolanos en la madrugada del día 30 de abril pasado, López se fue a visitar al embajador de Chile en Venezuela, en cuya residencia todo parecía indicar que quedaría como huésped permanente. Sin embargo, solo estuvo tan solo unas horas, pues como indican las noticias salió de allí, trasladándose a la residencia del embajador español en Caracas, donde permanece hospedado.
La verdadera razón de ese cambio de opinión lo sabremos algún día. Por lo pronto, tendremos que conformarnos con el mensaje del embajador de Chile en Venezuela, a través de una red social, con el cual trata de convencernos de que fue una decisión personal del propio López, de quien resaltó su ascendencia española, marcharse a la casa del Embajador de España, debido a que la embajada ya tenía dos huéspedes. Es decir, que pareciera que Leopoldo López se hubiese dado cuenta estando en la casa del embajador chileno, que Freddy Guevara, diputado de su propio partido Voluntad Popular y Roberto Enríquez de COPEI, ya se encontraban allí refugiados, y no cabía con su familia. Pero lo que no explica dicho mensaje, en modo alguno, es como su ascendencia española no le impidió a López ir a tocar la puerta, primero, del diplomático chileno.
Es obvio, que la estadía de Leopoldo López en la residencia del embajador de España en calidad de invitado, pone sin duda alguna al gobierno de Pedro Sánchez en una situación, por decir lo menos, incómoda. Aunque nunca se puede tener la certeza absoluta sobre determinadas circunstancias políticas, es casi seguro que no fue una decisión, la de la Moncloa, consultada con el gobierno de Maduro y que más bien lo de López, los agarró por sorpresa ese mismo día.
Indicativo de ello son las declaraciones que ha dado a la prensa el representante diplomático de Maduro como embajador ante el Reino de España, protestando la presencia de López, considerado un prófugo de la justicia por el régimen de Maduro, en la casa del jefe de la misión diplomática española en Caracas. Isea ha calificado de insólito que España acepte mantener como huésped, con el riesgo de que continué con su actividad golpista desde allí, a Leopoldo López, quien sigue, según él, un guión escrito desde Washington. La respuesta de la diplomacia española ha sido la de asegurar que España no va a permitir que su Embajada se convierta en un centro de activismo político, y que las actividades políticas de López serán limitadas y reguladas. Es decir, cualquier cosa, o al menos unas declaraciones confusas; pues no permitir una actividad, no es exactamente limitarla o regularla y ninguna de ellas equivale necesariamente a prohibirlas. Una prohibición expresa que no ha salido aún de la boca del canciller español Josep Borrell.
En pocas palabras, que España sigue practicando con el caso de la crisis política que vive Venezuela, esa diplomacia vacilante, nebulosa, de nadar entre dos aguas, que tan decepcionados tiene a los venezolanos en general. Si su dudosa posición como gobierno frente a situaciones tales como la dualidad de presidentes, embajadores venezolanos en España o presión a Maduro, a la cual propone el dialogo, ya es preocupante; que decir de la que algunos de sus representantes y aspirantes con derechos a participar en el nuevo gabinete de Sánchez, han mantenido en los medios a pleno pulmón. Aún están frescas las declaraciones de la portavoz del gobierno español, Isabel Celaá, calificando de golpe militar los sucesos del martes 30 pasado, no obstante que apoyaban a Guaido. Similares a las de Monedero y Albero Garzón amigos ideológicos de Sánchez, o a las de Pablo Iglesias, aspirante a la vicepresidencia, desmintiendo la posición oficial de apoyo a Guaidó que tiene el gobierno español, al asegurar que representantes de este último, le habían manifestado a él, en privado, que haber dado tal apoyo había sido un error.
De acuerdo con otra versión, que puede leerse en ABC de España, explicativa de la razón por la cual López habría preferido refugiarse en la embajada española, el líder político y su familia se sentían más seguros, ya que España pertenece a la Unión Europea. Algo de lo que al parecer tampoco se había percatado antes, o lo convencieron después. En este sentido, las declaraciones del actual ministro de exteriores, ya han advertido que no entregaran a López, quien tiene orden de captura, al gobierno de Maduro, no obstante que no se encuentre bajo la figura de asilado, sino simplemente de invitado; régimen que no tiene respaldo, propiamente legal, en el derecho internacional.
En cualquier caso, de ser este el verdadera motivo de su cambio, esperamos que Leopoldo López no tenga que enfrentar ninguna duda en el futuro, con respecto a esa decisión; pues con el próximo gobierno de Pedro Sánchez, en el cual seguramente estarán presentes Podemos y la extrema izquierda que representan algunos dirigentes de Izquierda Unida, esa actual diplomacia, solapada, “guabinosa”, de un tiro al gobierno y otro a la revolución, pudiera definirse y decidirse de alguna otra manera.