21 noviembre, 2024

El sabio ignorante…

Había una vez un hombre sabio.

Vivía preocupado por las cosas complejas y los problemas fundamentales.

La economía, las matemáticas y la política eran su mundo. Siempre solía ir a  la playa para pensar.

Tenía la costumbre de caminar por ella antes de comenzar su trabajo.

Un día mientras lo hacía vio una figura humana en la playa que se movía como un bailarín.

Se sonrió al pensar que alguien bailaba para celebrar el día.

Apresuró el paso y al acercarse vio que se trataba de un joven y que este no bailaba, sino que se agachaba a recoger algo y suavemente lanzarlo al mar.

A medida que se le acercaba lo saludó:

– ¡Buenos días! ¿Qué estás haciendo?

El joven hizo una pausa y dándose la vuelta respondió:

-Arrojo caracoles al océano-. – ¿Supongo que debería preguntar por qué arrojas caracoles al océano?

– Hay sol y la marea está bajando. Si no los arrojo al mar morirán-. – Pero joven, -dijo el sabio- no te das cuenta que hay miles de millas de playa y millones de caracoles de mar.

¿Realmente piensas que tu esfuerzo tiene sentido?

El joven lo escuchó respetuosamente, luego se agachó, recogió otro caracol del mar y lo arrojó al agua más allá de las olas.

– ! Para este; tuvo sentido!

La respuesta impactó al sabio.

Se sintió molesto, no sabiendo qué contestar, por eso, dio media vuelta y regresó a su casa a pensar.

Durante todo el día mientras pensaba, la imagen del joven lo perseguía.  Intentó ignorarlo pero la figura persistía.

Finalmente al caer la tarde se dio cuenta de que a pesar de ser tan sabio, se le había escapado lo esencial de la acción del joven.

Se dio cuenta de que éste había escogido no ser un mero observador del universo,  sino que elegía participar activamente y dejar su huella en él.

Se sintió avergonzado. Esa noche casi no pudo dormir.

A la mañana siguiente se despertó  preocupado: se levantó, se vistió, fue a la playa y encontrando al joven, pasó junto a él durante el día arrojando caracoles al océano.

La vida no está llena de hechos complejos o muy importantes. Nuestra existencia no es de grandes eventos o cosas trascendentales.

Nuestra interacción con el universo está llena de pequeños momentos que son las diminutas, pero hermosas cosas que nos tiene deparada la vida.

 

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