Los ciudadanos quieren prosperidad económica, pero no a cambio de una guerra. La batalla comercial con China sobre acceso a mercados, la disputa con Corea del Norte sobre armas de destrucción masiva, el enfrentamiento geopolítico con Irán sobre acceso nuclear, la confrontación estratégica con Rusia sobre materias primas, son los conflictos modernos que los estadounidenses no quieren ver traducidos en enfrentamientos bélicos. Los intereses económicos son parte intrínseca de una globalización política que afecta la producción de commodities, el acceso que consumidores tienen a los productos manufacturados y los costos financieros relacionados a la distribución de los mismos.
Venezuela es la versión moderna de la crisis cubana de los 60. Maduro no es Castro y los intereses no son los de la realpolitik de entonces. Las presiones políticas y económicas impuestas hasta ahora no producen el efecto deseado, pero la situación de aparente indefinición tampoco podrá mantenerse como un de facto status quo. La mafia del narcotráfico ha demostrado su extraordinario alcance, pero el mismo es insignificante al enfrentar el poderío de los Estados Unidos. Maduro vale ya tan poco que no es sujeto de negociación, no así Cabello y El Aissami, para quienes el dictador es tan valioso que preservarlo en el poder se ha vuelto trascendental. Los tiempos se acortan rápidamente y la solución tienes visos extraterritoriales para evitar el uso de contingente estadounidense y cumplir con la máxima de precautelarlos salvo inminente peligro.
Estoy de acuerdo contigo. Ojalá que esta parodia termine pronto; es lo que todos deseamos.