21 noviembre, 2024

No con el poder

Despertarse, al igual que, convivir es una práctica consuetudinaria ejercida voluntaria e inherente a nuestro accionar humano, ésta nos mantiene en sociedad, la cual llamamos de diversas formas: país, Estado, familia, amistades, organización, “grupo”, entre otros. 

Ecuador en su controvertido devenir histórico y coyuntura política actual, la cual desde una ciudadanía responsable, observo con desencanto y preocupación, debe con frontalidad enfrentarse a reconocer los desafíos y escollos de fondo, entiéndase a: la crisis ética institucional de los poderes políticos constituidos y de la muy denostada participación ciudadana-electoral, que no ha demostrado nada más que meros fines electorales/partidistas

Entonces, ¿qué más nos queda ecuatorianos? ¿Cuál es la solución o programas de modificaciones estructurales a demandar de quién dice gobernar? ¿Estamos realmente dispuestos a asumir con honor y seriedad la debacle económica heredada por el Estado “gran hermano y corruptor”? Pueden ser muchas y diversas las respuestas a encontrar, pero solo una con acertada validez: responsabilidad compartida. 

Dejando el discurso populista y los improperios para los “caciques partidistas” y sus custodios dogmáticos, como ecuatorianos encarguémonos de revertir el carácter de “reservado” que el país enfrenta, referente a su ineficiente competitividad, debilidad institucional y sobre todo a su democracia de papel. 

Que despertados de la maquiavélica y larga noche revolucionaria, causante del retroceso en materia de libertad económica y desarrollo sea la introducción a un Ecuador de ciudadanos comprometidos, no con el poder, sino con su gente.

 

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“¿Por qué no habría de haber una confianza paciente en la justicia última para las personas? ¿Hay alguna mejor o igual esperanza en el mundo?” – Abraham Lincoln –

En realidad, seamos políticos o no, nuestras acciones deben estar siempre encaminadas a conseguir el Bien Común. Es creencia normal y universal el que las personas que están en el poder u ocupan cargos públicos están ahí para satisfacer sus caprichos personales o ansias de enriquecerse. Pensar así hace mucho daño a la sociedad como un todo. Nosotros creamos nuestra realidad con nuestro espíritu, pensamientos, corazón y acción.

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