La presentación tuvo lugar el día miércoles 26 de junio del 2019, en el Teatro de la Iglesia “La Redonda” de Urdesa. Hora y media de canciones del Cancionero de Oro romántico mundial, escogido por el público asistente. Un auditorio para 300 personas aproximadamente. Copado.
Solo ella, y su acompañante en el piano, arrancaron en cada interpretación, sonados aplausos.
A Luciana, la conocí, hace años, recién llegada al Ecuador, en una inauguración de los Almacenes de Adolfo Domínguez, en Guayaquil, a la que asistió el extraordinario creador y modisto.
Me llamo la atención, su buen español; me indico que ella se graduó en Moscú y ahí conoció a un ecuatoriano, con el que contrajo matrimonio. Por las amigas de la organización del Evento,, me enteré que estaba divorciada y radicada definitivamente en Guayaquil.
Por supuesto, no faltaron los fanáticos de la Diva, para la toma de fotografías, -me incluyo- y le hice recuerdo de nuestro primer encuentro en aquella ocasión.
Muy amable, muy simpática, con el público, que se deleito con las canciones previamente preparadas por ella, que constaban en una hoja impresa que nos entregaron a la entrada de la presentación, donde cada cual, marcaba la canción de su interés, que fueron depositados en una urna, que las sacaba de manera individual y las contaba para deleite de los asistentes.
Entre las canciones que interpretó, se encontraban todas aquellas, que el camionero europeo, norteamericano y sudamericano cuentan entre sus canciones, más escuchadas, de los mejores intérpretes del mundo.
Canciones que sonaban mejor, gracias a su educada voz, que le daban un plus, de sonoridad y elegancia, en el dominio de sus altos y bajos, que hicieron de esta intervención, un espectáculo único, al que quisiéramos volver a escuchar, tantas y tantas veces se presente al público.
Un par de religiosos, -que posiblemente eran parte de la Organización-, se sintieron muy felices por el apoyo de la comunidad creyente, que asistió y la escucho. Con cuya recaudación se sostendrán las Monjitas de la Congregación, para continuar su labor social a favor del cuidado de enfermos incurables.
Bien por Luciana, bien por la Congregación “Las Siervas de María”, se ganaron el cielo
