22 noviembre, 2024

La vida

Es un regalo otorgado.

Una aventura impredecible.

Un sonoro silencio que se llena de mutismos misteriosos.

Nuestra existencia es un juego tangible y transitorio.

Efímero intervalo de conciencia.

Un despacio espacio donde se nos permite percibir al mundo para que hagamos algo por él.

Nacemos con la obligación de trascender.

Cada cual elabora su destino.

Hay quienes hacen caminos para que otros los caminen; también quienes solo caminan lo ya caminado.

Nuestra existencia es la suma de rostros, situaciones y recuerdos.

Estamos arropados con un cuerpo desgastado por el tiempo.

Desenfrenadamente acumulamos materia que jamás nos llevaremos.

Lo único importante son las huellas que tenemos que dejar.

No se trata de hacer cosas con suntuosidad; lo que dejemos deberá ser imprescindible para los que amamos.

A fin de cuentas, lo mucho o poco resulta ser lo mismo; ya que todo acaba siendo todo para  quién nos ama.

Nuestro viaje es una jornada momentánea y fugaz…

Cuando tengas conciencia de ello, es porque estarás en su final.

En ese momento valorarás los ciclos perdidos.

Tendrás la experiencia necesaria para no cometer errores; pero nada podrás cambiar.

Entonces te será muy tarde.

Jamás entenderás al tiempo, ya que es un invento humano para dar sentido a la experiencia.

Solo se puede vivir con inteligencia y pasión.

Una vida repleta de cordura sin algo de locura jamás te hará feliz.

Estamos aquí para aprender.

Debemos sembrar historias en nuestro recorrido, para poder legarlas cuando hayamos partido.

Será logrado por aquello entregado de nosotros mismos.

Deberemos dejar huellas que testimonien nuestros pasos recorridos.

Trascender por lo que hicimos para perpetuarnos en lo engendrado con nuestra propia vida.   

 

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