24 noviembre, 2024

El “monito” de Lenín

Las inversiones en el primer mundo tienen altos costos debido al tamaño y la desregulación de sus mercados, el gran volumen de consumo o potencial exportable, la seguridad jurídica encajada en el largo plazo y los consecuentes reducidos precios al consumidor gracias a la competitividad. En el subdesarrollo, sin embargo, se comandan precios mayores a los consumidores pues la rentabilidad debe ser contemplada en el corto plazo debido a la volatilidad del mercado y los riesgos intrínsecos provenientes de la regulación del mismo y la falta de seguridad jurídica.

Los países pequeños como Ecuador necesitan que sus reducidos mercados sean atractivos a la inversión y que la calidad inherente a los bienes producidos y servicios administrados agregue un determinado valor que altamente supere los costos de sus materias primas y mano de obra. La inversión extranjera no llega porque el país no tiene mucho valor que ofrecer a cambio de la inyección de capitales. Es decir, otros países son menos riesgosos y por ende más atractivos.

Hace 12 años que ilusos e ingenuos votaron por un iluminado socialista que hizo del populismo una preventa como solución a nuestros problemas y transformó al Gobierno en un sistémico aparataje de corrupción que nos desangra hasta hoy. El Presidente poco entiende, pero da igual, le “importa un bledo el país”. Esperemos que las cosas algo cambien para cuando el “monito”, nacido con la Revolución Ciudadana, comience a ser alfabetizado y coma finalmente arroz con huevo. Seguro se acordará de Lenín.

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Definitivamente no hay oposición. Y no porque no haya líderes que la representen sino porque cada uno anda por su lado. Entonces, cuando Rafael Correa habla sobre las marchas, los plantones, las caminatas, las rueda de prensa en parques, la colocación de pancartas, se refiere a ellos como actos ridículos. Y creo que no por el hecho que los motiva – algo que hasta ha demostrado gusta discutir – sino por los “cuatro pelagatos”, como él los señala, que están detrás de ellos.

Algunos dirán por ahí como un punto más en su contra que es intolerable que como padre de la patria desprecie todas esas manifestaciones de democracia por muy pequeñas que sean. Y claro que es así. Pero seamos sensatos o más bien prácticos: la democracia aquí y en todo el mundo se transforma en fuerza avasalladora y se torna decisiva cuando hay mayoría. Por supuesto que no podemos asegurar que él tiene mayoría – ¿o cree usted en las encuestas? – , pero cuando en marchas como la de César Montúfar a la que ni él mismo fue y en las que sólo se llega a distinguir a siete personas cuando aparecen las cámaras, ¿quién demuestra estar en menor posición?

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