Las inversiones en el primer mundo tienen altos costos debido al tamaño y la desregulación de sus mercados, el gran volumen de consumo o potencial exportable, la seguridad jurídica encajada en el largo plazo y los consecuentes reducidos precios al consumidor gracias a la competitividad. En el subdesarrollo, sin embargo, se comandan precios mayores a los consumidores pues la rentabilidad debe ser contemplada en el corto plazo debido a la volatilidad del mercado y los riesgos intrínsecos provenientes de la regulación del mismo y la falta de seguridad jurídica.
Los países pequeños como Ecuador necesitan que sus reducidos mercados sean atractivos a la inversión y que la calidad inherente a los bienes producidos y servicios administrados agregue un determinado valor que altamente supere los costos de sus materias primas y mano de obra. La inversión extranjera no llega porque el país no tiene mucho valor que ofrecer a cambio de la inyección de capitales. Es decir, otros países son menos riesgosos y por ende más atractivos.
Hace 12 años que ilusos e ingenuos votaron por un iluminado socialista que hizo del populismo una preventa como solución a nuestros problemas y transformó al Gobierno en un sistémico aparataje de corrupción que nos desangra hasta hoy. El Presidente poco entiende, pero da igual, le “importa un bledo el país”. Esperemos que las cosas algo cambien para cuando el “monito”, nacido con la Revolución Ciudadana, comience a ser alfabetizado y coma finalmente arroz con huevo. Seguro se acordará de Lenín.