La política del país es un asco.
Nos pasamos quejando de todos los políticos.
Decimos que son unos ladrones; pero la pura verdad:… ¡fuimos nosotros quienes los elegimos!
Vemos con estupor como los sinvergüenzas de izquierda se vuelven sinvergüenzas de derecha y los recalcitrantes derechistas hacen pactos con los recalcitrantes izquierdistas “por el bien de la patria”.
La clase política de nuestro país no tiene conciencia moral.
Cuando un político gana una elección, es capaz de vender su alma al diablo para poder depredar a costa del mal uso y el abuso del poder.
Pertenecen a una escoria intocable de vampiros chupasangre, que carecen de escrúpulos y normas éticas.
Son atracadores capaces de robar o permitir robar, para continuar usufructuando del poder.
Antes de cada elección todos los políticos se detestan.
Terminadas las elecciones, todos le echan la culpa de lo mal que encontraron las dependencias donde deben trabajar a quienes estuvieron antes en el cargo que ahora ocupan.
Pero después de un corto tiempo, comienzan a pactar con los mismos que eran sus enemigos y toda esa ñañería solo traduce la repartición de un pedazo de la torta para que todos puedan seguir usufructuando del poder, pero con nuevos socios que con su silencio comprado, les permitan “trabajar”.
Esa es en esencia la vida del político; venderse al mejor postor con tal de llegar y mantenerse como sea en el mal uso del poder.
Los verdaderos culpables no son las pirañas que elegimos.
Los verdaderos culpables son los que elegimos a las pirañas.
Hasta ahora no he encontrado a militantes de derecha, izquierda o centro, que sepan de la ideología política o los principios doctrinarios de los partidos que supuestamente siguen.
La gente va a las centrales políticas por novelería.
Entre estar parados y vagos conversando en una esquina, mejor ir a jugar cuarenta a una central política donde a lo mejor se arma una chupa en cualquier noche o hay buena música a todo volumen por los parlantes.
Somos un país sin cultura política; carecemos de ideología propia.
Mediante la complicidad otorgada con la permisividad de nuestro voto, legalizamos todos los actos delictivos que cometen las gárgolas carroñeras que se pretenden devorar el insepulto cadáver de lo que aún queda de nuestra patria.
Esa es una fotografía a colores del más alto pixelaje de la política que tenemos que soportar por falta de educación cívica, economía política, estudios sociales de calidad. Todos debemos tener una educación suficiente para no permitir que verdaderos delincuentes se estén apoderando del sistema de gobierno desde los más pequeños pueblos hasta las más grandes ciudades. Todos sabemos porque escuchamos a muchísimas personas de mejor educación decir con certeza y claridad meridiana, » ese ,…, se mete a la política sólo para robar», o, » ese inútil está en la política porque no sabe trabajar en nada y nunca a trabajado», y así, un sinnúmero de razones absolutamente negativas por las que se hacen políticos, SALVO CIERTAS EXCEPCIONES que confirman la regla. Insisto en el tema de EDUCACIÓN Y CULTURA. No podemos esperar que un ignorante sepa dirigir bien cualquier Entidad Pública, que un vicioso e inmoral sea profesor, que un prontuariado sea policía, etc.,…, por lo tanto no se puede permitir que las autoridades sean menos que un profesional, o sea, para ser político elegible para cualquier cargo como mínimo se debe tener una profesión, no estar procesado `por la justicia ni tener antecedentes en la policía, y que cualquier ciudadano que le conozca alguna falta de probidad pueda impugnar esa candidatura siempre que pueda respaldarla honestamente y no esté calumniando a un posible candidato. Hay que legislar con honestidad y sapiencia para beneficio de toda la población y no sólo de los que se han apoderado de todos los cargos gubernamentales. Finalmente se debe poder procesar a cualquier ciudadano que comete una falta digna de ser enjuiciado y condenado por los delitos cometidos, sea quien sea, NO DEBE SALVARSE POR ESTAR PROTEGIDO POR LA POLÍTICA, o en otras palabras, la política no debe darles patente de corso. Basta con mirar cómo algunitos desde presidentes para abajo eluden juicios que los llevarían directamente a la cárcel ganada con tanto orgullo y que de premio se presentan a nuevas elecciones con la certeza de ganar porque dejaron bien sembrado el fango y podredumbre de corrupción, latrocinios, persecución a los opositores que los delatan, chantajes y hasta asesinatos. Debemos comenzar a trabajar en seleccionar gente que han demostrado su probidad a través de una trayectoria en sus vidas intachables, de los que hay bastantes, y formar un conglomerado de estos honestos, para de allí comenzar a elegir gente nueva, valiosa, educada, que saben trabajar y ganarse la vida honradamente y que tienen una formación completa que no les permite caer en actos de corrupción.