“La esclavitud se estableció en América desde el mismo momento en que los españoles, en 1542, desembarcaron en La Española, nombre con que bautizaron a la isla que hoy comprenden Haití y República Dominicana.
“En nuestro país, los primeros esclavos debieron llegar con Almagro y Benalcázar cuando estos -en 1534- iniciaron la conquista de estos territorios, pero la noticia más antigua que se tiene al respecto de ellos aparece en una disposición dictada por el Cabildo de Quito, puesta en vigencia el 27 de marzo de 1535, por medio de la cual se ordenaba que “el esclavo que fugara, fuera mutilado, en la primera vez, y sufriera pena de muerte en caso de reincidencia” (La Esclavitud en el Ecuador.- Revista Actualidades No. 4, Guayaquil, junio 20 de 1907).
“La población negra de lo que hoy es la provincia de Esmeraldas proviene del hundimiento de un barco español cargado de esclavos procedentes de África que en 1553 naufragó frente a sus costas. Estos lograron alcanzar tierra y, acaudillados por uno llamado Antón, se internaron en la selva, que por su clima y vegetación encontraron muy parecida a la de su lugar de origen.
“Posteriormente -recapturados en su gran mayoría- los traficantes de esclavos comprobaron su adaptabilidad al clima y su magnífico rendimiento para el trabajo, por lo que continuaron trayendo nuevos cargamentos de esclavos.
“La esclavitud se mantuvo hasta que el 25 de julio de 1851, día en que el Jefe Supremo Gral. José María Urvina, en la Casa de Gobierno de Guayaquil, expidiera uno de los decretos de mayor contenido humano y proyección social dentro de la evolución jurídica ecuatoriana: La abolición de la esclavitud.
“Para lograr este humanitario objetivo, el Gral. Urbina expidió además un impuesto sobre la pólvora, para pagar a los propietarios -con este gravamen- el valor de cada esclavo liberado.
“…El Ecuador adquirió así el procerato de la defensa de los derechos humanos en América. La figura de Urbina por esta sola causa, que no fue la única, merece especial mención entre los estadistas que reaccionaron contra las fuerzas endémicas que ataban al país a un pasado ominoso, impulsando la conquista de nuevas fases más aptas para la convivencia social” (Carlos de la Torre Reyes.- Piedrahita: Un Emigrado de su Tiempo, p. 115).
“El 27 de febrero de 1852, como consecuencia de la libertad decretada por Urvina, se instaló en Guayaquil una “Junta Protectora de la Libertad de los Esclavos”.
Finalmente, el 27 de septiembre de ese mismo año, la Asamblea Nacional reunida en Guayaquil aprobó el proyecto presentado por el Dr. Francisco X. Aguirre Abad, el Gral. Juan Illingworth y otros asambleístas, y aprobó la Ley que hizo efectiva la Jefatura Suprema del Gral. Urbina, haciendo desaparecer, de manera definitiva y absoluta, esa institución infeliz que constituía una vergüenza para la república y una cruel ofensa a la dignidad humana.
Ecuador
La tesis abolicionista se discutía en la América Andina desde la época de Bolívar. Sin embargo, no tuvo gran acogida, debido fundamentalmente a que las sociedades andinas no habían llegado a la época de desarrollo industrial. Al basar su economía en la explotación agrícola, les era indispensable mantener la esclavitud. Esto fue comprendido por Bolívar, quien prefirió dejar la manumisión de los esclavos para después de afirmada la unidad gran-colombina. Al no resolverse nunca este primer escollo, quedó la abolición como una tarea pendiente de la generación de los libertadores.
En la República del Ecuador la manumisión de los esclavos fue proclamada el 24 de julio de 1851 por obra de José María Urbina, cuando era Jefe Supremo. Cuando Urbina decretó la manumisión de los esclavos, estableció un sistema de indemnización a los esclavos, y para tal efecto, gran parte del presupuesto estatal de los años 1851 y 1852 se destinó a este fin.
Esta medida sería ratificada por la Asamblea Nacional Constituyente el 18 de septiembre de 1852. La Asamblea Constituyente debatió fuertemente entre la abolición inmediata y la abolición escalonada (a plazos). Los representantes de la región Costa defendían la abolición inmediata, pues su sistema de producción agrícola necesitaba más trabajadores, los cuales llegarían una vez liberados de su esclavitud en la región Sierra. Esta tesis se impuso y los esclavos fueron liberados de inmediato. Muchos libertos de la Sierra migraron a la Costa. La reacción de los terratenientes serranos contra la abolición de la esclavitud fue tal que terminó derrocando al sucesor de Urbina, Francisco Robles, y sumió al país en la crisis más grande de su historia (1859) en que casi desaparece el país.
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