El premio Nobel de Fisiología o Medicina del año 1933, el genial Thomas Hunt Morgan desarrolló entre otras cosas afirmaciones tan valiosas como contundentes, por ejemplo: “los genes están en los cromosomas”, pero no fue sino su descubrimiento del famoso gen “White” lo que le abrió a la ciencia la posibilidad de conocer que un cambio –mutación- localizado en los genes puntualmente producían a su vez alteraciones fenotípicas.
En el caso del Hunt Morgan, el encontrar una mosca con ojos blancos cuando todas tenían los ojos rojos era un cambio que se mostraba en el fenotipo de la mosca. Uno de sus ayudantes, el genial Seymour Benzer llegó a demostrar que dichos cambios en los genes afectan también a los comportamientos del ser vivo investigado, poniéndose posteriormente de moda el hallazgo del “gen matusalem” para referirse a un cambio que hacía que la mosca pueda vivir hasta cien días alterando su “normalidad”. Lo demás es historia, avances en este tema que resultan impresionantes y que hace que muchos científicos afirmen que el hombre podrá vivir en el futuro hasta quinientos años –por supuesto con las evidencias propias de los trabajos científicos del siglo veinte y uno, que se ven de manera abrumadora y cotidiana-.
Pero… ¿y los valores que hacen que el hombre sea tal?. ¿Y la Ética que existirá mientras el hombre reflexione, razone, critique y mejore?.
La ciencia es maravillosa, lo conduce al investigador por caminos insospechados y pone en juego su mente para observar, comparar, relacionar, analizar, sintetizar y evaluar. En ella misma se ponen a prueba el tesón, el orden, la exigencia, la disciplina, el respeto a la opinión ajena, la puntualidad, el trabajo en equipo, la honestidad, la perseverancia del ser humano deseoso de descubrir nuevas cosas y de aportar a sus congéneres con valiosos avances que mejoren su calidad de vida. Eso y mucho más se observa como componente axiológico de aquello que el investigador promueve. Finalmente está la divulgación científica que requiere también del profesional una arquitectura moral digna de presentar honesta y fielmente sus asertos, haciéndolo de la manera más sencilla, diáfana e interesante que aporte a la sociedad, a la comunidad.
¿Es posible entonces que los valores humanos se desliguen del quehacer científico cuando en sí mismo fortifican el carácter de quien hace ciencia? El pensamiento crítico, reflexivo, creativo, razonador, intuitivo y productivo ha estado allí desde que el desarrollo ontogénico del cerebro fue cambiando para adaptarse. Lograr sobrevivir en entornos complejos parece que fue el acicate para que la “plasticidad neuronal” sea factor de adaptabilidad. Pasó de valorar su soledad, a valorar el trabajo en equipo, y por supuesto a darle a la familia el nivel superlativo que sigue teniendo en función del amor y de la solidaridad. Los sentimientos han ayudado y nada es posible sin la combinación entre el razonamiento y la emocionalidad. ¿Cómo podemos humanizar al ser humano que busca la transhumanidad?. Parece ser la pregunta clave.
Los valores son abstractos, por supuesto, no es factible tocarlos, verlos ni escucharlos, sólo sabemos que son el direccionamiento correcto para una vida que tenga sentido y que pueden observarse a través de actitudes y conductas cotidianas. Además, que su incumplimiento lleva a una dolorosa confrontación con el consciente.
En un mundo marcado por el deseo de tener y no de ser, preocupado por lograr la “inmortalidad”, los qué y los cómo asustan a unos y otros. Para mi modesto entender esto podrá ser enfrentado si la mente humana se mantiene haciendo de la reflexión y del pensamiento crítico y creativo la piedra angular de la axiología que permita siempre estar escogiendo lo mejor, lo correcto, o aquello que no haga daño… que difícil dilema amigos!!!
Es el Cuerpo Humano Perfecto e irrepetible en aspectos imnunofisiologicos. Las investigaciones de la genética son sorprendentes. Hay que seguir investigando.
Saludos cordiales
Pienso que no importa cuántos años el ser humano logre vivir, lo que realmente importa es cómo va a vivir. Si se trata de cambiar una manera de pensar equivocada es cuestión actitudinal, sobre todo de conciencia, de buscar en el interior de uno mismo cuánto estamos dispuestos a dar. Ojalá la investigación también pueda contribuir al desarrollo de mejores personas, eso depende de muchos factores.
¿Las universidades están promoviendo la gestión social o acaso se están convirtiendo en industrias de maestrías?
¿Los docentes evaluamos cumpliendo el parámetro de justicia o estamos jugando win win?