Algún ministro pomposamente informó de las fabulosas inversiones que se efectuarían en el país gracias al gran clima de apertura internacional y la excepcional credibilidad política del Gobierno. La concesión privada de una empresa estatal y la construcción de una nueva refinería fueron también anunciadas debido a la predisposición personal de un consejero golondrina actuando en línea con los renovados aires ejecutores del socialismo gubernamental. Luego del enigmático tren magnético rápido para Guayaquil, ofrecido en campaña, llegaron las propuestas del visionario tren playero por Guayas, Santa Elena y Manabí, y finalmente el excepcional metroférico desde La Carolina hasta Tababela. La Universidad de la Policía se alía ahora con la Universidad Indígena en una reducida, pero altamente expectante, oferta de educación superior de considerable impacto social. La realización de la Copa del Mundo de Fútbol 2030 de manera tripartita lidera por en cuanto toda una lista de simbología demagógica con los avatares propios de una Banana Republic.
Todo lo anteriormente descrito es posible ejecutar, pero antes el país necesita erradicar su alarmante nivel de corrupción para que una transformadora reestructuración económica lo vuelva altamente competitivo y atraiga a su vez un acelerado y consistente ritmo de inversión extranjera que pueda mantenerse en el tiempo. Hasta entonces el país se mantendrá entre la marginalidad propia del subdesarrollo, la expectativa de no cumplir con los compromisos del FMI y un eventual default.Pr
Es la pura verdad palabras, palabras ,palabras y nada mas